lunes, 18 de junio de 2012

Programa SF 19 - Alejandro Vanoli 16 de Junio de 2012


Editorial Sintonía fina del 16 de junio de 2012
El señor dinero. (Por Mariana Moyano)

Cuando las primeras bombas empezaron a caer sobre Bagdad y los cientos de marines hiper equipados arrasaban con la cuna de la civilización, comenzó a escucharse una de las fórmulas más perversas del mecanismo cultural imperial: los daños colaterales. Nunca, en los medios que replicaban la información y la lógica del invasor, se explicitaba qué implicaban esos daños colaterales. Sólo si uno buceaba entre las marañas de la información basura podía acceder a que daños colaterales implicaban 400 mil niños irakíes muertos. La guerra y las invasiones imperiales comparten mecanismo semántico con el ala financiera de la economía. Los poderes fácticos han logrado ocultar quiénes son y qué hacen: no conocemos ni sus caras ni sus nombres y sus acciones –a través de una enorme operación lingüísticaadquieren rango de humanidad. El lenguaje económico internacional ha logrado con una muy astuta estrategia hacernos creer que impresiones, intereses particulares y negocios financieros no son otra cosa que modos humanos de comportamiento. "El mercado amaneció nervioso, fruto de sus angustias por una eventual subida de los impuestos", dice una nota en alguna prestigiosa agencia especializada en temas económicos y uno se imagina al compungido señor Mercado tomando lexotanil y Tilo. "El Petróleo se deprime", titula otro análisis. "Wall Street presa del pánico", afirma sin problema día por medio la prensa gringa Por estos días pudimos leer y escuchar en nuestro país Que Se despereza el dólar blue Que los mercados bursátiles ensayaron una recuperación Que los dólares se liberan Que se reanimó el mercado O que los mercados están asustados Quien recibe esta información sufre tal nivel de chantaje emocional que puede llegar hasta a experimentar ternura y por qué no solidaridad por estas especies de super seres con niveles exagerados de hipersensibilidad No son nadie en particular porque no conocemos sus nombres, pero son uno mismo y así lo sentimos porque “caen abatidos” o “se desploman”. Así es que nos alegramos cuando esas señoronas de nombre Bolsa luego de sufrir las congojas propias de una madre, se toman un respiro, muestran síntomas de recuperación, se reaniman y hasta, algunas veces, se muestran jubilosas. La operación es sencilla: al adversario, al enemigo, esos poderes que no muestran ni nombre, ni cara, ni intenciones ni intereses, lo cosifican y a los objetos que ellos necesitan cuidar, los humanizan. Así, los gobiernos populares son dictaduras; los que protestan en contra del ajuste, ignorantes en contra de la austeridad y quienes se manifiestan contra la concentración de la riqueza, autistas que no toman conciencia de las implicancias del riesgo país. El poderoso caballero Don Dinero pasa de ser la causa del problema a ser alguien que sufre las consecuencias de esos desalmados protestones. Poderosas fundaciones y escuelas de economía mueven los hilos de esta ficción desde hace décadas. Hoy apenas empezamos a verlos. Recién está empezando a construirse el poder para hacer que dejen de robarnos las riquezas, pero sí tenemos la fuerza para ponerles un freno e impedirles que nos despojen del lenguaje y que nos saqueen el idioma. (Nota con extractos del artículo La rara "humanidad" del capitalismo, de CLODOVALDO HERNÁNDEZ en EL UNIVERSAL, del viernes 12 de agosto de 2011) 

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