martes, 3 de julio de 2012

Programa SF 21 - Horacio Ghilini 30 de Junio de 2012


Editorial Sinonía Fina del 30 de junio de 2012
El plano corto (Por Mariana Moyano)

Siempre me impresionó y –confieso- me asustó el poder de fuego, el nivel de penetración y de construcción de verdad que tiene el plano corto. Es una herramienta, un arma de enorme capacidad de penetración y fijación de conceptos. No me refiero sólo al zoom de la cámara, sino al gran movimiento ideológico que eso implica: hacer foco en algo o alguien y quitarle contexto y alrededores, de modo que todo eso que no se ve lo sugiera
la maquinaria que no descansa, la que permite que alguien sea asesino y luego voz de autoridad; un violento y después una referencia; una fuente de enorme credibilidad y un tiempito más tarde un polémico funcionario. No me gusta el plano corto: es un cuentaganado pero de costillas; es la lupa sobre una frase, una foto,una acción quitada de todo marco histórico algo que termina no diciendo nada del protagonista y mucho de quien arma el escenario. Hay alguien que siempre me llamó la atención y en este sentido y por esas operaciones a las que me refiero me sirve de excusa para abordar un complejísimo momento y para ejemplificar la operación: me refiero a Gonzalo “Patón” Basile. Todos lo han visto, pero quizás sólo algunos recuerden el nombre de ese rostro que conocen. Me refiero a ese boxeador altísimo con su cara casi por completo tatuada y que funciona como adlater de Pablo Moyano. Es el orgullo de camioneros en el ring y es carne de cañón para todo el prejuicio de clase que anda por ahí. Como digo, es alguien que siempre me llamó la atención. Cuando habla transmite hasta cierta ternura infantil. Parece tímido y no puede ocultar la fascinación ingenua que siente por las cámaras de TV. Eso la hace débil y utilizable. En marzo de 2009, Morales Solá escribió: “Cristina Kirchner llamó a no cortar las rutas del país con palabras que podrían ser homologables por cualquiera que lo haya hecho con coherencia. Pero nada dijo de las tropelías que ese mismo día cometían en las calles de la Capital los camioneros de Moyano, que juegan con los revólveres hasta en los tatuajes más visibles. 8 de marzo de 2009 “Con los revólveres HASTA en los tatuajes”. Ingenioso y perverso juego semántico: no escribió EN los tatuajes, sino HASTA en ellos. Es decir, había armas cargadas y dibujadas, se sugiere. Con una sola preposición nos lleva a los enfrentamientos entre Camioneros y la UOCRA en San Vicente. Plano corto, una sugerencia y listo: una verdad es instalada: los sindicatos están llenos de violentos. Ese mismo fin de semana, el 6 de marzo, Clarín había publicado en tapa una foto en la que se veía a Pablo Moyano y detrás a un hombre que en su sien tenía tatuada una pistola. El epígrafe decía: Pistola tatuada: un manifestante y Pablo Moyano ayer en Constitución.
En esos mismos días, a través de una nota de Perfil, pudo saberse que este personaje, Gonzalo Patón Basile tiene 120 tatuajes:la virgen Desata Nudos, San Expedito, Cristo, sus hijos, su mujer, una estrella, mariposas, lunas y a Bart Simpson. Ninguna de estas otras imágenes mereció el zoom. El plano corto fue sólo sobre la pistola, Obvio. Por supuesto. Claro. Si de lo que se trataba era de demonizar al entonces más malo entre los malos, el líder de la CGT. Ya está, paso 2 listo: a fuerza de reiteración, un prejuicio adquiere cuerpo de verdad. Llega y se queda. Me refiero a algo que Casullo, el enorme Nicolás CAsullo explicó así: “El mercado global mass mediático va instalando la idea de que su lógica no contiene derechas ni izquierdas, ni contenido sustancial (...) La prédica política nace en el factor ser: repetición, acumulación, ‘continuará’, lenguaje de cámaras rectoras, primeros planos, construcción cotidiana de una nota que admite ‘toda’ deriva, cualquier enunciación, cualquier exabrupto, cualquier referencia impactante, muchas vueltas de tuerca siempre sobre lo mismo: armado y edición”. Hoy, este personaje que si no sirviera tanto a la operación en marcha sería apenas folklórico es mencionado por estos mismos medios como “militante” y con un cinismo digno de ser estudiado escribieron: “frente mismo al escenario, ante Hugo Moyano, alto, tatuado y con la firmeza de una esfinge, el Patón Basile, boxeador y lealísimo a su gremio y a su jefe” Estábamos frente al único caso en el mundo en que un procedimiento no médico y sin bisturí pero de gran contenido político corporativo podía borrar de un plumazo no sólo un pasado sino también un tatuaje. Porque cuando el objetivo lo tienen claro, ellos pueden hacer desparecer hasta lo hecho por una aguja con tinta sobre la piel. Me parece que no me equivoco si digo que una daga atravesó a muchos por estos días. A todos aquellos que el mote de enemigo se lo tenemos dedicado a los que mueven los hilos y no a la materia prima ocasional. Con un ojo en esta herida y el otro en la Patria Grande que tiembla, vimos cómo trabajan los que quieren que más temprano que tarde este momento Suramericano se desmorone. En los golpismos de ahora no hay ruido a sable, hay menos pólvora, y los hilos no se ven sino sólo a contra luz. En una semana llena de paranoides, gorilas, gritones, advenedizos, resentidos, sacados, odiadores, cínicos, operadores, operados, ciegos, temerosos, tironeados, mezquinos y aprovechadores, sól0 tenemos una invitación para hacerles: Abrir el plano, intentar ver y contar la película lo más completa posible. Sacar el foco de la particularidad y ver qué hacen no sólo los que aparecen en primer plano sino sobre todo, todos los que NO. Porque como escribió una vez nuestro invitado de hoy: “Cuando nos obligan a mirar para otro lado, quiere decir que hay un lado que no desean que mire”.

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