lunes, 3 de septiembre de 2012

Programa SF 30 - Oscar Gonzalez y Daniel Santoro - 1 de Septiembre de 2012


Editorial Sintonía Fina 1 de septiembre de 2012
¿Y éstos quiénes son?  (por Mariana Moyano)
El último que lo dijo fue Diego Capussotto, pero no fue ni el primero ni el único. “A la izquierda del kirchnerismo no hay nada”, aseguró él y habían afirmado otros antes. Claro. Esto de “quedar de ese lado de otros”, vaya uno a saber por qué entre los bien pensantes, los políticamente correctos y los militantes suena a elogio. Los que piensan lo contrario se asustan, pero no lo dicen. Hacen, pero se callan.
Porque hay una costumbre: Cuando se está a la izquierda, se alardea. Cuando la derecha es el lugar elegido, la autodefinición nunca es sincera: “No, no. No soy de derecha, soy de centro. Equilibrado y con una profunda confianza en el consenso”, indican. Si, si. Claro. Por las dudas, usted, señor oyente o lector, si escucha o ve esto, le sugiero con humildad, huya, porque como dijo Feinman el bueno en estos días “la derecha es tan cruel como cada coyuntura se lo permite”, lo digan o se hagan los giles, agrego yo. 
Y a esos, a esa derecha, el kirchnerismo no les gusta. Pero no porque lo ubiquen al calor del leninismo o bajo el ala de Fidel Castro, sino porque les da asco, odio, rencor, pavura. Esos sentimientos despierta este movimiento que quién sabe de qué rincón de la historia argentina exactamente surgió.
¿Qué no? ¿Qué no es eso lo que les provoca el kirchnerismo actual o el peronismo de siempre? ¿Qué exagero? Les tiro un dato que no es mío sino del enorme Norberto Galasso. Contó el historiador que mientras buscaba material para escribir sobre Discépolo se topó con esta información: el año en que más suicidios ocurrieron entre los miembros de las clases altas de nuestra Argentina fue 1945. A digerir esa revelación, señores. A masticarla. Y sobre todo, a hacerse cargo.
Así, desde el asco, el kirchnerismo es la vuelta de los Montoneros, el retorno de la subversión marxista, los negros arriados por el chori y un poco de vino, los llevados por un plan, el gobierno de los revanchistas, la vida feliz de las locas, el regreso de la hija bastarda, el autoritarismo, el campo libre para las juventudes hitlerianas, el fascismo, la crispación. 
Dan risa. ¿Pero y por izquierda? ¿Cómo se corre por izquierda al gobierno a la izquierda del cual según muchos no hay nada? Lo testimonial siempre sirve. Lo imposible también. El enojo juega un rol y el gesto adusto ni les cuento cómo cotiza.
El pero, el pelo del huevo, el acento en la hendija, la lupa en el detalle, la marcación de lo imperfecto, la construcción desde los hipotético, la historia contrafáctica, el lugar de comentarista y lo cristalino como única opción. “El bloque de poder sigue siendo el mismo”, “Los ricos del menemismo son los ricos de ahora”, “no se meten con los verdaderamente poderosos”, “son socios de los poderosos”, “son los poderosos”. Ah, y si se está en determinado lugar de esa izquierda, en el cual el asquito que siente la derecha que se oculta no provoca ninguna nausea, la cosa se resuelve fácil y te tiran con la más a mano: “son peronistas, ¿qué querés’”.
Paren, paren. Ordenémonos. ¿Son los Montoneros en remake o son los dueños de la Argentina?, ¿son los ricos o los morochos con choripán?
No. Se ve que por acá no es. Este no es el camino. Para definir a los definidos como binarios, el binarismo queda muy chiquitito.
Entonces, qué es el kichnerismo. ¿Es el tercer cordón del conurbano o los intelectuales de Carta Abierta?, ¿es el peronismo histórico que cuestiona o el socialismo que se entusiasma?, ¿es el progresismo que dice que falta mucho o el progresismo amigo del anterior que le responde que lo más importante es defender el piso conquistado?, ¿son los aindiados jujeños o los chacareros gringos que pese a sus comandancias bancan igual?
¿Y si es todo eso? ¿Y si el problema es que es todo eso? ¿Y si lo brutalmente intolerable es la condensación de la indefinición? ¿Y si es lo inabarcable lo que lo hace atractivo? ¿Y si la imposibilidad de una definición acabada es lo que enoja y emociona? ¿Y si el problema es que es la fuerza centrífuga desde la cual surgen los ejes de todos los debates? ¿Y si el problema es que es la fuerza centrípeta con la infinita capacidad de almorzarse las iniciativas de otros para invitar a cenar a quienes ni pensaban tener una migaja? ¿Y si la verdadera molestia es que hay fiaca, pereza, desgano, falta de intención de discutir, de crecer, de debatir, de tener la cabeza todo el tiempo buscándole la vuelta al mundo? ¿Y si lo imbancable es que se les escapa?
¿Qué es el kirchnerismo? Preguntárselo sin asco y sin enojo. Sin ceño fruncido, ni mueca de mal olor. Embarrarse y criticar, alejarse y saludar, involucrarse y aplaudir, comprometerse y cuestionar. Por ese lado va la cosa.
¿Por la definición me pregunta? Ah, no, disculpe. De eso no hay. De lo acabadito, cerradito, con moño y encerado no tenemos. Pero, venga igual, hombre, anímese. Piense, rómpase la cabeza y no pare de preguntar. Le aseguro que va a llegar mucho más lejos que los que tienen enunciados en cajitas con candado.

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