lunes, 17 de septiembre de 2012

Programa SF 32 - Maria Pía Lopez - 15 de Septiembre de 2012



Editorial Sintonía Fina del 15-9-2012. 
Las bestias K (Por Mariana Moyano)
No fueron jornadas sencillas. El estado de hiperventilación macrista, lejos de calmar los ánimos, los encendió y el día del número que se le atribuye a la mala leche le puso el moño a una semana llena de calificativos y en la cual la cloaca subió a la superficie convertida en revista.
El temple y la paciencia se pusie

ron a prueba y sólo un equilibrado cóctel de fuerza de espíritu, lectura adecuada y clásicos de la ciencia política permitieron seguir andando en medio de tanto batifondo golpista.
Las cacerolas sonaron y los cacerolos pidieron por la pronta reunión de la Presidenta constitucional en ejercicio con su esposo muerto; la discriminación ocupó espacio, esta vez, bajo la democrática consigna de dejar afuera a los menores de 16, por las dudas; y el machismo más beligerante, ofensivo y desagradable se posó sobre un supuesto goce de la jefa del Estado para ocultar que lo que les molesta es que lo que ella hace provoque el goce y la felicidad, de millones que ni soñaron con esto.
Todo sucedía y todo se cometía mientras el Peronismo Federal empapelaba con el adjetivo de "Bestias" las paredes de la ciudad y en tanto el PRO certificaba -más a modo de conquista reciente que de verdad a secas en vigencia desde hace décadas- que "Podés pensar distinto". Lo dicen así, tan sueltitos de cuerpo y tan convencidos porque el régimen que los oprime, día a día, minuto a minuto, tranco a tranco no se los impide. Paradojas de la política actual que se han afirmado como musgo a la coyuntura gracias a la capacidad de esmerilar que poseen los nuevos palitos para abollar ideologías.
Porque extraña es esta dictadura que no hace nada de nada frente a la mayor ofensa gráfica que haya sufrido la líder indiscutida del movimiento de gobierno.
Particular es este régimen autoritario que no discute cuando desde las esquinas de la más flagrante contradicción le lanzan adjetivos que van desde el estatismo stalinista al parecido hitleriano, sin que siquiera se sonrojen a la hora de escupirlo.
Rarísima es esta Presidenta sometedora que se aguanta estoica y hasta con humor no sólo el dibujo ofensivo y denigrante a su condición de mujer, sino que acepta sin chistar que el mundo ruidoso de las ollas se pronuncie sin demasiada claridad sobre qué, que repitan de memoria el guión de otros e incluso que su vagina y su viudez sean el principal objeto de las declamaciones.
Los convocantes ocultos de una espontaneidad fabricada se asomaron tímidos y el rótulo de “simples ciudadanos” fue la carta de presentación. “Los vecinos no esperaron órdenes”, se ufanó el mismo diario centenario que un par de semanas atrás había lanzado la panfletaria convocatoria disfrazada de nota editorial y bajo el nada sutil título de “Cuando el cambio está en nosotros”. Allí, sencillito, simple y claro decían: “todo en la vida tiene un final” y les aclaraban a los lectores devenidos falange que “no es mediante la murmuración que se dejan atrás las encrucijadas, es por la acción política manifiesta”. La operación ya estaba en marcha.
Unidos y organizados la despolitización vergonzante de políticos sin vergüenza y la política más dura escondida bajo el manto de la independencia mediática convocaron, prepararon, alentaron, elaboraron y organizaron nuevamente el ruido y desde ese cono de encono le dieron escenario y protagonismo a todas las cantinelas gastadas del libreto que hegemoniza la Argentina desde 1880.
La responsabilidad de sostener un proyecto obliga a poner oreja, a escuchar y a intentar comprender qué pide cualquiera que se agrupe en la calle. Pero es la propia demanda la que acarrea la emboscada. ¿A qué parte del reclamo hay que ponerle atención? ¿Al "que se vayan"?, ¿al "morirte"?, ¿a las vaguedades?, ¿al enojo rabioso?
Las contradicciones tan furibundas como habituales en estas protestas serían graciosas si detrás no estuviera este fino y sutil mecanismo de meter trotil pero hablar de República, de minar cualquier puente pero decir que se extiende la mano, de desordenar lo más que se pueda el ruido para pasarle por encima a una negociación.
Porque el riesgo está más en romper la regla básica de la política que en los alaridos golpistas, antidemocráticos, machistas, injuriantes y desagradables no son tan riesgosos como la maquinaria que se ha desplegado por detrás de esa vidriera crispada y gritona.
Políticos que reniegan de su condición y que eligen la perversa fórmula de “la gente” como estandarte se unen a las grandes fábricas de discurso y de argumento para darse cita en el mismo espacio con la desprolijidad, el grito suelto, la locura individual y la pancarta desatada. Los que saben de qué se trata echan combustible, y del altamente inflamable, a esta nueva patrulla perdida que recorre algunas plazas.

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