lunes, 15 de julio de 2013

Programa SF 75 - Daniel Filmus - 13 de Julio de 2013


El medio pelo versión 2013
Por Mariana Moyano
Editorial SF 13 de Junio de 2013

Sin ninguna sutileza en el análisis, sin cuidados ni atenciones y aceptando que son juicios que se parecen a pre, se lo puede aglutinar en un doñarosismo tilingo cuyo masoquismo es tal que el síndrome de Estocolmo parece un problemita menor.
Son pelagatos a punto de caerse, sostenidos por el mismo Estado al que apedrean y castigan con todo lo que tienen a mano.
Son señoras llenas de bolsas de shopping que creen que ahora tienen fondos para destrozar la tarjeta de crédito porque su talento individual se los permite.
Son jóvenes que piensan que ellos y sus viejos pueden ahora vacacionar y pagar una universidad privada que les estaba vedada antes de 2003 porque nadie les reconocía su capacidad personal de desarrollarse.
Son tacheros que juntan peso por peso para llegar a fin de mes con la cuenta del alquiler del auto pero que vociferan sobre el intervencionismo, los límites a la fiesta del dólar, la estatización.
Son los que se dicen hartos de autoritarios en twitter, Facebook, la calle y las cadenas de mails, pero a quienes cuando uno intenta plantear su punto de vista lo menos que te dicen es chorra.
Son amas de casa en la lona hasta que salió una jubilación para ellas, pero que no se cansan de cuestionar la recuperación de los fondos de las AFJP.
Son los que dicen que Cristina se gasta la “plata de todos”, las reservas, en carteras, pero que sostienen que el Estado no somos todos, sino apenas el gobierno nacional.
Son los pibes que repiten como loro cuestiones sobre el republicanismo pero que en su vida abrieron un diario.
Son damas y caballeros de sala de espera de consultorio que se quejan porque con la plata de los jubilados se regalan: netbooks a “menores” que no lo merecen porque seguro que terminan chorros, planes a quienes no quieren trabajar y derechos a esas negritas que apenas si saben limpiar.
Son cualquiera de los que andan por ahí, con quienes uno se cruza y a partir de los cuales hemos aprendido en carne, cuerpo y cabeza propia lo que es respirar profundo para evitar la trompada directa en el medio de la jeta ajena.
Son despreciables, pero votan… y ganan.
En la universidad, los que saben de Gramsci te lo explican muy bien: es la ideología dominante, esa que opera haciendo de cuenta que no existe, pero que está arraigada como raíz de ombú al espíritu argentino. “Las ideas dominantes de una época son las ideas de la clase dominante de la época”, dice la definición de manual de un par de barbudos anteriores al italiano que nos explicó cuánto de político tienen lo cultural.
Uno lo ve, lo entiende y es tal la revelación que comprende cabalmente cómo puede ser que el último de los orejones del último de los tarros suponga siquiera que un ricachón tatuado, un oportunista de la semántica, un liberalote garca al que no se le entiende cuando habla pueda ser el que lo va a salvar. 
Es un pensamiento político con un corazón que jamás deja de latir porque tiene una característica propia muy particular, única y distintiva del resto: no se define ni en un sitio ni un momento. Juega con símbolos mentirosos, con espejitos de colores vuelto calendario escolar, con hechos que jamás pasaron pero que se (los) han vuelto naturales. Es difuso, un palo enjabonado con asentamiento territorial hoy en la ciudad de Buenos Aires y en un par de intendencias que se creen Disneylandia, pero que corre como agua por los resquicios que quedan, que uno deja o que ellos mismos abren.
Son cualquiera, son individualidades y apenas si les gusta reunirse para quejarse amontonados. Y son despreciables. Y a veces, sí, dan asco. Y poseen el más grave de los analfabetismos, el político, al decir de Brecht. Pero votan… y ganan.
Pero, y si son tan obvios como sabemos que son, tan frívolos y livianos como les salta a la vista, tan fácilmente rebatibles sus argumentos, ¿por qué no les podemos ganar? ¿Por qué no les podemos ganar y nos generan un inconveniente con su sentido común que no nos provoca la derecha recalcitrante pura y dura? ¿Qué tienen? ¿Qué hacen? ¿Qué son?
Tienen el credo en que ha sido encorsetada la historia de la Argentina como República. Reducen la mayor de las complejidades políticas a un slogan bien digerible y que no le gane en dificultad al del jabón en polvo. Y lejos de ser los héroes y protegidos de la lógica imperante, son la bala con la que dispararán contra ellos mismos.
América es, para ellos, la del Norte y se derriten ante ella. La Latina, puaj, los asquea. Barak Obama es el jalón: en su país, en ese país, en EL país, un afroamericano puede llegar a lo más alto. “En cambio, acá, en el sur de los confines, en el lado B de la historia, esas cosas no ocurren”.
_ ¿Qué? ¿En Bolivia? ¿Qué un indio en Bolivia llegó a presidente? ¿Y eso qué tiene de particular? Si son todos salvajes. Por eso ahí eligen a un representante de un sector siempre marginado.
_ ¿Que es como con los negros? No, no es lo mismo. Es bien distinto. Una cosa es un indígena y otra, alguien de tez oscura. Nooo, no es lo mismo.
Porque Obama no es negro, es afroamericano. Así como Berlusconi, que no es un ricachón obsceno, sino un exitoso empresario excéntrico. Y como Merkel, que no es ni déspota, ni opresora, sino una mujer que sabe, que conoce, lo que es la autoridad.
_Y si ellos, que son personas cultas, que por algo han llegado ahí, deciden que un avión por sus rutas no pasa, ha de ser por algo. Además, ¿dónde se ha visto que un aymara ignorante y primitivo ande piloteando por los cielos de Europa?
Son cualquiera, pero andan de a miles. Y miran, y oyen y leen. Y, sobre todo, repiten. Y ganan.
Hay que darlo vuelta como a una media. ESA es (y no la que hace cierta lectura berreta, propia y ajena) la batalla cultural. De esa pelea se trata. Y justamente por ello es que da tanta, pero tanta risa escuchar a esa gilada hablando de “gobierno hegemónico”.
Fernando Braga Menéndez es un tipo divertido, agudo y con gran olfato. No reniega de su San Isidro y porque lo recorre, lo vive y lo padece es que los radiografía como pocos. Conoce a la tilinguería porque mira a los ojos, habla y se codea con sus representantes. Con esos miembros de zona Norte que tanto, pero tanto, tanto cerebro y perspectiva comparten con los de algunas ciudades autónomas. 
Se le animó a la poesía y ahora a la novela y en algunas de sus páginas desliza punzante esta descripción sagaz:
“Los ciento setenta millones de clase media que suman entre varios países (de América Latina), crean opinión pública a través de un grupo que los representa en la sociedad (periodistas, funcionarios, intelectuales, artistas, opinadores, ejecutivos, conductores de tv, psicólogos, jefes y gerentes, publicitarios, profesionales y comerciante notorios…) no tienen una clara conciencia de cuál es el verdadero papel que cumplen respecto a los de más arriba pero, con convicción y orgullo, custodian al brazo partido los ´valores´ que les han hecho creer que están defendiendo: la dignidad, la decencia, la honestidad, la moral, la gente de bien y la justicia. Parecen muchos porque participan activamente y los medios multiplican su imagen, pero son realmente una minoría. Llegan a sentir respecto a los de arriba y en su imaginación, hasta una complicidad de clase.
Es probable que algunos ni lo imaginen, pero concretamente se ganan el pan y algunas prebendas extras por defender la desigualdad con todo tipo de explicaciones y pretextos”.
Son cualquiera, son individualidades, son despreciables. Y un tal Jauretche los delató:
“Y se envenenan contra el país. De ahí esa expresión ya clásica: "Este país de mierda..." Es una actitud disminuida; están acechando los baches de la calle, el corte de luz o de agua corriente, la falta de horario del transporte, el vidrio o la ventanilla rota, para dar satisfacción a su masoquismo. Hay algunos que llegan a tal extremo que parecen desear que su mujer los engañe para poder decir que los argentinos son cornudos. (…) Si por casualidad hacen un viaje al extranjero, en sus comparaciones del retorno nunca recuerdan aquello en que estamos en ventaja y sí, todo lo que en la comparación no es desfavorable. Y nunca buscan como término un país de nivel aproximado al nuestro. Siempre el modelo es uno de primera línea.
Estaba mal el guarango que utilizaba como medida de cotejo internacional el bife a caballo. Pero entre este y el tilingo, lo positivo para el país era el guarango.
Para esta gente la opinión que importa sobre lo nuestro es la del periódico extranjero. Lo que diga “Financial News”, el “Times” o el “New York Herald” y hasta “Pravda”, sí es desfavorable. Jamás se les ocurrirá pensar que el punto de vista del acreedor es distinto al del deudor, y el del país dominante, al de dominado, y que lo más probable es que lo que esa prensa condena por eso mismo puede ser lo conveniente desde que el interés es opuesto”.
Son cualquiera, son individualidades, son despreciables. Son obvios. Son el medio pelo. Pero generan pregunta. Porque votan… y ganan.

1 comentario:

  1. Excelente visión la de Mariana, pienso que la estrategia de las batallas culturales (son varias en realidad) se sustentan en una política con mejores acciones de integración social, mayor y mejor territorialidad, en definitiva más profundidad y calidad de la actividad política, de tal forma que la militancia naciente no tenga lugar a dudas de su entorno y los objetivos del Modelo, este gobierno nos resulta altamente creíble no solo por lo logrado, eso sería aplacar los ánimos materiales, sino también por la participación que día a día se suma, pasa que a los que militamos desde mucho más atrás que esta década ganada, tenemos perspectiva y además oficio, nos cuesta menos comparar y reconocer errores, porque sabemos que esta construcción es entre todos, es colectiva e inexorablemente marcada por el amor al prójimo. En cambio quedan ciudadanos rezagados por la aplastante inter-mediación de los multimedios que transfieren el desánimo y la mentira sistemática, los que instalan errores particulares (que siempre habrán), por TODO lo conquistado (que es lo que no había). Mirando hacia adentro creo que todavía no supimos ocupar aquellos espacios de orientación de la opinión pública que por obvios motivos los medios del campo nacional y popular todavía no logran ocupan. Vencer a estos que en Venezuela, se los conoce como majunches (De calidad inferior, deslucidos, mediocres)y pitiyanquis(Imitadores del estadounidense lelo) nos costará más de los que suponemos, pero estamos haciendo el camino al andar, y lo maravilloso es que esto se refleja cada vez más, paso a paso, en la sociedad que debe comprender que primero que nada: TODAS y TODOS somos PUEBLO de la NACIÓN ARGENTINA.

    Te felicito compañera por tus palabras tan íntegras y llenas de verdad ¡Venceremos carajo! ¡Ni un paso atrás! Néstor pidió que florezcan mil flores y hoy se llenan con las mejores flores todos los jardines de la Patria.

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