miércoles, 31 de julio de 2013

Programa SF 77 - Miguel Benasayag - 27 de Julio de 2013


El inconveniente
Por Mariana Moyano
Editorial SF del 27 de Julio de 2013

Los adeptos, los simpatizantes, los adherentes, los seguidores, los incondicionales, los adversarios, los dudosos, los desconfiados, los antagonistas, los contrincantes y hasta los enemigos lo reconocen. Todos saben lo que nadie duda: el ADN del kirchnerismo tiene esa peculiaridad de lograr que salte por encima de la superficie la basurita que a muchos les queda cómodo esconder u ocultar bajo la alfombra.

Tiene la particularidad -porque lo busca- de hacer visible el inconveniente, de colocar sobre la mesa lo incómodo y de tirar del piolín. Y sale todo junto, punta del iceberg y causas; el inicio, el medio y el por qué. Y se nota que cada traspié, apuro e inconveniente no es ni espontáneo ni recién nacido.

En el medio del living comedor de la arena pública, mientras algunos andaban de canapé en aperitivo, instalan ese inoportuno acontecimiento con el que convivimos desde hace rato y que muchos preferían que quedase tapadito.

Y estampan en el medio del salón el conflicto ocultado. Lo señalan. Lo muestran. Y duele. Les duele. Más que el problema, la puesta en evidencia de que ya no se puede ocultar más. Y se ponen nerviosos, los tramposos vestiditos de unión nacional, de armoniosos del “todos juntitos”, los de Argen o los de Tina, los que basaron su armonía en el silencio de la explotación.

Esta vez hicieron lo mismo, lo que saben hacer. Y volvieron a ir a la médula: “En la vida hay que elegir”, fue la frase por la que optaron los propagandistas K. Ni concordia careta, ni fraternidad a cualquier costo, ni conciliación boba. Preferir, pronunciarse, escoger. Porque hay zonas, rincones, espacios, lados en los que todos, todos los días deciden parapetarse.

“Conflictivos”, dicen que son. “Confrontativo”, dicen que era. “Crispadora”, dicen que es.

Y extraña que la argentinidad se ofenda porque los punzan para escoger. Sobre todo cuando la porción marketinera se ha pasado la vida haciendo gala de la rivalidad Coca vs Pepsi; cuando la parte futbolera se ha cansado de explotar la enemistad River/ Boca; cuando la fracción fierrera se cansa de enarbolar la competencia Ford/Chevrolet; cuando los politizados se hacen cargo de 50 años de radicales y peronistas; cuando la izquierda más dura sigue reivindicando el “Patria o muerte” setentista; cuando el alfonsinismo eligió como estandarte el “democracia o dictadura” de la TV oficial y cuando toditos todos sabemos que nuestra Nación no descansa sino en la disputa de unitarios y federales.

Pero resulta que no, que la cosa no viene de lejos. Que es de apenas hace 10 años. Que vino de la Patagonia, caprichosamente y que por arte de magia se instaló la contienda, porque les gusta la pelea, porque no pueden sin colisión.

“Conflictivos”, dicen que son. “Confrontativo”, dicen que era. “Crispadora”, dicen que es.

Y hablan de modales, de ademanes y de formas. Tapan los modelos, los proyectos y hasta las intenciones. Aceptan mansitos algunas medidas que las encuestas dicen que no hay que cuestionar. Siempre sin fondo, ahistorizadas, quitadas de su ambiente, sin cómo ni por qué.
Slogan, frase fácil, cortita, de ocasión. Instalan esa idea de que “si una situación no se deja desmenuzar fácilmente es porque es sospechosa”.

“La corrupción es la madre de la inseguridad y la pobreza”, dice un spot de una apocalíptica diputada para definir una etapa.
“Cleptocracia”, grita el periodista excedido de ego para dar cuenta del kirchnerismo.
“Dudas en torno del fuerte crecimiento patrimonial”, escribe como argumento el diario de la oligarquía vacuna para oponerse al ascenso de un uniformado del Ejército actual.

Apelan a la corrupción como entraña de la molestia. Pero bo son ni Jaime, ni Báez ni Milani quienes les preocupan. Es el pretexto, la escapatoria, la coartada. Es lo fácil y está mano. Indigna rápido y llega a todos. Pero en el fondo, ellos lo saben, no dice nada. Es arrebato momentáneo, bufido accesible, adjetivo cercano, justificación rapidita, generalización que solaza; data que entretiene.

Juegan con esa herramienta que bien manejan de apelar a la podredumbre, a eso degradado de un no lugar en la historia en el cual se asienta la fantasía de una comunidad supuestamente pasada que habría existido sólo en armonía. Aíslan la política y reducen la crítica de lo público al enjuiciamiento moral.

¡Y son de parecidos!, ¡de primos hermanos! ¡De similares! ¡De igualitos! A esos que la iracundia los cubría más por la Ferrari que por la privatización; menos por el indulto que por la odalisca; más por Gostanián que por Bunge y Born.

Son el resultado de la metamorfosis de aquellas cámaras ocultas de periodistas fiscales, la clonación de las ediciones burlonas de cancheritos de traje negro y la descendencia de las clasecitas de moral de articulistas con fama  que encorsetaron la democracia a los límites de lo formal.

La transformación: cosa de utópicos y guerrilleros. El cambio de modelo: sueño de ilusos que no comprenden que la modernidad ha muerto. Y el conflicto como evidente, como obvio, como único posible motor de la historia: cosa de rojos, de troscos y de tontos.

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