martes, 22 de septiembre de 2015

Programa SF 175 - Luis Alberto Quevedo y Magallanes - 19 de Septiembre de 2015

El P.J. 
por Mariana Moyano
Editorial del 19 de setiembre de 2015.
Bombardean desde el aire. O minan el terreno. Según las épocas, los contextos y las necesidades. Pero en la mira, pareciera que siempre tienen lo mismo: el voto que no les gusta, de los que a ellos no les gustan. Por pobres, por provincianos, por K, por desprolijos o por peronistas.
La excusa la encuentran fácil. Y si no, la crean. Queman urnas, por ejemplo. Hugo Alarcón, un candidato de la boleta del opositor José Cano fue hallado como el responsable del escándalo de incinerar esas cajas de cartón que no son otra cosa que la voluntad popular. “La elección se vio empañada por hechos de violencia extrema, que incluyeron el incendio de una treintena de urnas en el interior y el ataque a balazos contra dos sedes de la oposición en la capital. (…) En la comuna de Sargento Moya, 45 kilómetros al sur de la capital, donde fueron quemadas las dos urnas en las que estaban habilitadas para votar 558 personas, lo que obligó a suspender la elección. Por el hecho, fueron detenidos tres sospechosos, entre ellos Hugo Alarcón, candidato a delegado comunal de esa localidad por el opositor Acuerdo para el Bicentenario”, informó un diario y no uno que tenga especial simpatía por Jorge Alperovich, José Manzur o Cristina Fernández. Eso dice la crónica de La Nación del lunes 24 de agosto.
Pero la información concreta, los datos puros y duros quedaron o en algún cesto de basura o en algún pliegue cuando tiraron del mantel. Entonces, lo que primero fue el grito histérico de “fraude, fraude”, se convirtió con los días en otro alarido que crea sonido ambiente y mucha confusión: “clientelismo, clientelismo”. Y aparecieron los famosos bolsones como argumento para anular esa voluntad secreta que cada ciudadano introduce en la urna como acto de soberanía individual y política.
La discusión quedó enganchada, sucia, como ese ruido en el carburador que no deja a gamba pero molesta y puede llevar el avance a complicaciones mayores.
De esa zona de sonidos confusos o humo negro tironean, borronean, nos marean, meten denuncias judiciales en los fueros que no corresponden. Logran que dos jueces del contencioso administrativo hagan usurpación de competencias, se metan en el terreno de la justicia electoral y vetan el voto. Ya no con botas, ahora con el PJ. Y no hablo de esa sigla que tanto miedito les da a cierto “bienpensantismo impoluto” que escucha Partido Justicialista y parece que hubieran visto al mismísimo demonio. Me refiero al Poder Judicial, o mejor dicho, al Partido Judicial, la pata letrada del Poder económico.
Las elecciones no valen, dice este PJ. No valen porque no les gusta el resultado. Entonces, indican, “va de nuevo”. Como si el sufragio popular fuese lo mismo que un tiro de generala en que un dado cayó torcido. “Va de nuevo”, dicen. Y si uno enfoca bien, se da cuenta que no podían decir otra cosa un 16 de septiembre, porque son eso que siempre fueron.
Así, con un fallo de decenas de páginas de hojarasca y saraza, dos magistrados, en 8 fojas resolutivas y 5 fundamentos cuyos cuatro principales argumentos son un programa del showman de los domingos, el reconocmiento del gobernador Alperovich que se repartió mercadería, una nota de La Gaceta de Tucumán y una grabación de una pelea en una unidad básica nos dicen que las elecciones no valen. Que pido gancho y que vamos de nuevo. Ni una palabra en los espacios de la resolución sobre la quema de urnas.
“Mamarracho”, le dijo Raúl Zaffaroni, uno de los maestros, al fallo. Otro de los troesmas, Julio Maier, escribió en Página 12 y lo puso en estas palabras: “El desconocimiento de la voluntad de la mayoría para la ocupación de cargos públicos de primera magnitud, base ineludible del Estado democrático, sufre un golpe artero que, a decir verdad, se parece mucho a las históricas ‘proclamas revolucionarias’ de los golpes militares a los gobiernos civiles de turno, golpe ejecutado esta vez por jueces a quienes la democracia no sabe contestarles, no tiene experiencia en este tipo de lides y, por ende, acepta sus decisiones.
La ‘justicia’ del Poder Judicial ha cantado cuando salió la luna a la manera de estos tiempos, en los cuales oposición significa confusión, pura suma, el litigio parece representar al avasallamiento de las instituciones y, por fin, la Justicia es aquel juego al que se dedica una casta de juristas pagos por el Estado para instaurar el triunfo de sus intereses de clase, y Derecho son las reglas y mecanismos irracionales que gobiernan el juego de esos intereses”. En el ángulo la pone Don Julio. Inatajable.
Leí en twitter algo genial por lo gracioso si no fuera grave: “Mandemos a los jueces tucumanos a Brasil, así jugamos de nuevo la final contra Alemania”. Buena la humorada si esto no fuera un Golpe, un Golpe del nuevo PJ, un Golpe del Partido Judicial.
Hace ya un rato que parecen estar más convencidos ellos que el propio Frente para la Victoria de que no llegan. Y como ya no son los dueños de la Fuerza Aérea, no bombardean. Ahora minan el terreno. Con la otra pata del Poder Económico que labura en tándem con el Partido Judicial: los “fierros mediáticos” como les dijo una vez un ex Presidente al que algunos tildaron de exagerado por recordar, en pleno destitucionismo agropecuario, la similitud de comportamientos con los comandos civiles. Valgan estas fotos de tragedia y farsa para ver la película completa: por aquellos días teníamos las rutas cortadas por las máquinas camperas y las 4x4; hoy la Plaza Independencia tucumana está cercada por tractores que, como dijo Eduardo Barcesat, son vehículos cuya mayor similitud es con un tanque.
Vienen desde las PASO. Porque, entendamos, desde el mismísimo 9 de agosto, la operación ya no tiene más como blanco a CFK. Van por legitimidad del próximo gobierno, si es del sello que a ellos se les ha vuelto pesadilla. Quieren -si gana- un Daniel Scioli limado y deslegitimidad y sospecha de ilegalidad del triunfo desde el minuto cero.
Muchos ya conocen mi teoría del cuchillo y la piedra pómez aplicada a los medios de comunicación. No me gano un Doctorado con esto. Pero es tan visual que ayuda a que todo el mundo entienda. Sencillita, la cosa es más o menos así: en las notas periodísticas se adjetiva, se editorializa. Que es autoritaria, pedante, stalinista, fascista, fachoprogresista, hipócrita y así… con ese siempre tan moderado tono van calificando a la Presidenta. Que el hijo y una ex ministra tienen cuentas que no tienen, que un ministro gana lo que no gana o que la que habla tenía dólares que nunca tuvo. Esa es la herida con cuchillo afilado. Va directo, se ve, se palpa, se observa, se nota y es, básicamente, pasible de ser circunscripta.
Lo peligroso es lo otro: el laburito de esmerilar. Aparece sutil, con medio dato. Verosímil éste, o veraz, o cierto. Medio dato. De él se agarran. Ahí se afirman para empezar. Y arrancan: que una sugerencia al pasar, que un comentario de un dirigente en algún programa de cable de un canal en particular, que la puesta en título de ese textual en el diario del día siguiente, que una pregunta sobre la temática en otro espacio del mismo canal, que un informe son testimonios individuales (la parte) que reemplazan a lo general (el todo), que le pedimos notas sobre la temática a firmas con cierto peso, por ejemplo “La fabricación del resultado electoral”, por la politóloga –radical ella, dato que no nos dan- Liliana De Riz, en las páginas de opinión; que una nota de uno de los más abyectos “El fantasma de la trampa en la elección presidencial”, en las otras páginas de opinión del otro diario que juega en esta operación; que una gran crónica con el título rataplán de “El gobierno busca neutralizar el pedido de transparencia electoral”. Escenario construido. Diagnóstico instalado. Y entonces llega momento propuesta: la invalidación a futuro de determinado resultado electoral que aún ni siquiera sucedió. Y para variar, el que pone la pluma es el siempre dispuesto a colaborar con toda posibilidad de debilitamiento de un proceso popular.
“¿Y si Zamora es presidente?”, tituló su nota del 13 de septiembre. Y esto sugería Joaquín Morales Solá: “Envuelto en la sospecha y el descrédito, el viejo sistema electoral podría dejar a los argentinos sin un presidente nuevo el 10 de diciembre. Habrá un presidente electo, pero nadie sabe ahora cuándo estará en condiciones de asumir. La estrechísima diferencia que señalaría un triunfo en primera vuelta o la necesidad de una segunda ronda abrirían un período de alta conflictividad política y electoral”. Temerario comentario que suena a propuesta, a proclama. Y sigue: “Así como Scioli es el candidato más votado en las mediciones de primera vuelta, Macri lo es en las encuestas sobre el ballottage. ¿Qué sucedería si cualquiera que saliera segundo planteara la necesidad del escrutinio definitivo o la revisión de muchas urnas en todo el país para aceptar su derrota? ¿Cuándo los argentinos (y el próximo presidente) sabrán quién ganó definitivamente? Un cuadro de extrema conflictividad podría llevar la definición hasta más allá del 10 de diciembre.
Cristina Kirchner y Amado Boudou deberán irse el 10 de diciembre, pase lo que pase. La única alternativa posible sería que Cristina le entregara el gobierno al presidente provisional del Senado, el radical K Gerardo Zamora, uno de los peores líderes feudales del país, hasta que la Justicia proclame al nuevo presidente. Una fuente inmejorable de la justicia electoral, consultada sobre la posibilidad de que Zamora termine siendo presidente provisional del país, contestó con una frase corta, seca: ‘No es imposible y ni siquiera improbable. Todo dependerá del grado de los litigios políticos y judiciales’”. Este jueves 17, el mismo escriba, fue por más, ya con ese fallo tan 16 de septiembre en sus manos: “El oficialismo ha quedado en Tucumán en el peor de los mundos (…) Podría ser un caso aislado en el turbulento norte argentino, pero no lo será nunca cuando faltan apenas 40 días para las elecciones que señalarán quién será el próximo presidente de la Nación”.
Imprudente fin de nota le podríamos decir si a él le importara algo la responsabilidad de lo escrito en un medio sobre el acontecer democrático. Pero no podemos perder el tiempo. Ya sabemos lo que él piensa del sistema.
Y la costurita la terminan con notitas al pasar: En Misiones, en las PASO, el FPV ganó por 40 puntos de diferencia. Sin embargo, el diputado de la UCR Luis Pastori denunció un intento de fraude para octubre. “Están ocurriendo hechos que confirman el clima fraudulento”, dijo en ese tono de nada, vaguedades e instalación de sospechas que de tan difuso es tan complicado de combatir. Porque es como el humo, se cuela. Porque es humo, pero nubla la vista. “En Chaco, la oposición volvió a denunciar irregularidades”, publican hoy. 60/40, 70/30 les va a salir, pero en lugar de aceptar la voluntad popular recurrirán al gritito histérico y al PJ, o sea, al Partido Judicial. Ganaron en Córdoba; ni pío hemos dicho. Una década completa de menemato nos fumamos y nunca jamás gritamos “fraude”, porque el problema siempre es político y no de mecanismo electoral. Ni esa la saben jugar limpia.
Sucios como papa andan. Fernando Niembro (que es Macri) imputado por la posibilidad de haber lavado guita pública; el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que clausura un galpón donde se guardan los móviles de un canal de cable que no les simpatiza por supuestas irregularidades en la habilitación. Sin que medie ninguna modificación de nada en el estacionamiento, ese mismo gobierno de la ciudad desclausura el sitio. Leí por ahí que parece que el Muro de Clarín llega hasta la puerta de C5N y no es un disparate. Primero porque es la Agencia gubernamental de Control a cargo del ex carapintada Juan José Gómez Centurión la encargada tanto de decidir la clausura como de no tirar abajo el paredón y segundo, porque son los que decían que TN podía desaparecer los que ni se inmutan (y aplauden o justifican) ante la puesta de obstáculos a otro canal de noticias. Y el juez Carlos Fayt la corona: él avisa que renuncia, pero el 11 de diciembre, cosa de llegar a fin de año con todo bien, bien, enredado.
Todo este panorama es temerario. De aventureros. Pero lo que más me impactó de la semana fueron dos aspectos de todo esto. Por un lado, la profunda, despreciable, ruin, indigna y descarada falta de respeto por ciertos votantes. Hubo cajas PAN en la Argentina y no fue lo mejor, pero eso no hizo despreciable a quienes las recibieron. ¿Realmente en nuestra política hay dirigentes que creen que por dos kilos de papa, cuatro paquetes de arroz y un par de zapatillas un ser humano, un padre, una madre, un joven que vota por primera vez emitirá su sufragio referenciado sólo en ese paquete de productos? ¿Es en serio que piensan eso? Si es así y acaso les importa, sepan que tienen todo mi desprecio. Así como la posesión de pocos recursos no es sinónimo de delincuencia tampoco lo es de indignidad. Sépanlo. Los desprecio a quienes piensan eso. Por ignorantes, por soberbios, y por elitistas.
Lo otro que llamó mi atención fue que quienes barrenan la política y que no la nadan, estaban convencidos que “los K” estaban ocupados operando contra Niembro. Se les cayó rápido esa certeza. Encima, sobre sus cabezas. Y quedaron con la mandíbula por el piso cuando se dieron cuenta que la “operación” estaba apuntando a lograr que 136 países de las Naciones Unidas contra 6 votaran a favor de la patriada más grande que un Estado ha dado en un intento por ser soberano y pelearles de igual a igual a los poderosos.
Señores que desprecio: sepan que quizás sea por cosas como éstas que quienes aceptan ayudas del Estado que está ahí para protegerlos luego terminan votando como lo hacen. Sepan que quizás a ésos que menos tienen los pone orgullosos que su celeste y blanca esté dando batalla contra los que en el mundo se quedan con lo que a ellos les corresponde. Sepan que tal vez valoran que día a día y pasito a pasito se tire de la cuerda para volver al fifty- fifty.
Señores que desprecio: ustedes no son ni tan honestos ni tan republicanos. Ya quemaron todas las naves.
Y no quiero reiterarme, pero voy a terminar estas palabras como lo hice hace poquito. Esta pelea va por los que aún falta subir al tren, por los que quedaron en el camino, por los despreciados por no tener más de eso material que para ellos es igual a conciencia. Pero sobre todo, el voto y la batalla que se viene es, sepámoslo, en defensa propia.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Programa SF 174 - Juan Carlos Bayarri - 12 de Septiembre de 2015

La papa en la Boca
Por Mariana Moyano
Editorial SF del 16 de Mayo de 2015.

“Sucia como una papa”, fue la descripción. Cortita, contundente y clara. La entiende el politólogo sueco que escribe su tesis de posgrado sobre la Argentina y que fuera tan protagonista de algunas columnas de Mario Wainfeld y también el don y la doña de la esquina. El autor de la perfecta metáfora no fue otro que el mejor esgrimista verbal que tiene el oficialismo y le fue dedicada a la blonda y fabuladora diputada nacional. Pero le va de perillas al jefe comunal que quiere ser Presidente, a ese que gracias a papá abrió la Boca, a ese que gracias a Boca alguno lo pudo tomar en serio, a ese que, incluso con la papa en la boca, armó la estructura necesaria para seguir dominando los hilos de Boca.
El del bigote más icónico del gobierno nacional, a éste, al que marketineramente se sacó el bigote, le dice de otro modo: “conejo negro”, le puso. “Porque ni los magos lo hacen trabajar”, dice. Pero le va lo de la papa, porque está sucio.
Sucio porque protagoniza y protagonizó hechos confusos y sobre los que pocos preguntan porque lo necesitan lavadito. Porque no tiene palabra clara para tragedias que se parecen demasiado a negligencia, en algunos casos, y en auto atentado y ocultamiento en la mayoría. Porque lo roza -y, si no lo taparan tanto, se vería con claridad el mecanismo- el manto de “yo no sé nada” sobre Beara. Porque se desviste y deja ver su xenofobia en su “Se enojan cuando uno va y los clausura” como toda explicación para el doble incendio intencional del taller de costura clandestino en el cual murieron Rodrigo y Rolando Mur, los dos nenitos calcinados, abrazados a su perro. Porque es aterrador su silencio frente al fuego de Iron Mountain, que consumió 5000 cajas de pruebas de evasión de sus amigos y socios de poderosísimas empresas que lo cuidan para llevarlo a la Rosada. Porque está procesadísimo, pero como lo ateflonan se puede hacer el gil. Puede hacerse el sonso tanto sobre el actual procesamiento como sobre aquel del 22 de enero de 2001 en que fue indicado como partícipe de contrabando agravado. Una Sala de la Cámara de Casación hizo un disparate jurídico: utilizó un régimen nuevo para un delito ya cometido y así salvó a Franco y a Mauricio Macri de una segura condena. Fue precisamente aquella salvación del actual líder PRO -de este jefe comunal que quiere ser Presidente, éste de la papa en la boca, el mismo que creó la estructura actual de Boca- la que hizo volar por el aire a la Corte menemista. Entre los cargos por los cuales se destituyó a Antonio Boggiano y a Eduardo Moliné O´Connor estuvo la obstrucción del proceso legal respecto de la investigación por presunto contrabando, por causar daños al Estado Nacional y por beneficiar al grupo económico de Franco y de Mauricio, que es Macri.
En este imbricado momento histórico, las propaladoras del discurso del poder real son al mismo tiempo, las constructoras de ese relato. Algo así como ser autor intelectual y, a la vez, narrador del delito pero que es presentado como cometido por un autor material externo estructura pergeñada por quien lo ideó.
Estas propagadoras de poder real lo quieren (lo necesitan, mejor dicho) de candidato ahora y de Presidente después. Le borran la UCEP, esa maquinaria de levantar pobres que no tienen más que la calle y sólo por eso, tortura y palo y rótulo de delincuente. Deslizan sobre un terreno borroneado a las Taser picaneadoras con las que el ingeniero quería dotar a la Policía Metropolitana, una fuerza constituida desde el bajo fondo de lo peor de la Federal, eso de lo que el Estado Nacional quiso deshacerse. Le quitan contacto con una estructura de poder policial y de seguridad casi paralela que Macri construyó para la ciudad, pero que tiene su núcleo de origen no en las decisiones de la vida público-política del actual jefe de gobierno sino en lo que fuese su trampolín: el club de la Rivera.
El procesado Jorge “El fino” Palacios está en el nudo del ovillo de una trama que se extiende desde el supuesto secuestro de Mauricio Macri a la brutal actualidad de la muerte de Alberto Nisman y el encubrimiento del atentado a la AMIA.
“Yo, al Fino Palacios no lo conozco porque participó en el secuestro mío o de mi hermana. Lo conozco desde 2002, cuando le pedí a Eugenio Burzaco (entonces jefe de la Policía Metropolitana) que consulte a los servicios de inteligencia (¡extranjeros!) sobre el mejor elemento de la policía”, escribe textual sobre dichos de Macri en su página de internet el periodista Walter Goobar. “En ese momento –continúa Goobarr- Macri preparaba su proyecto para desembarcar en la ciudad y ya promocionaba en su campaña la creación de una policía. Entre su secuestro en 1991 y su candidatura en 2002 había transcurrido más de una década, lo que excede cualquier margen de error involuntario. Según esta nueva versión, el Fino Palacios entró a la vida de Macri tan sólo en 2002, cuando perdió el balotaje contra Aníbal Ibarra. En 2002, Palacios aún revistaba en la Federal, de donde fue dado de baja en 2004, al conocerse su relación con Jorge Sagorsky, un reducidor de autos, quien luego fue condenado a seis años y seis meses de prisión por el secuestro y asesinato de Axel Blumberg”.
“Ante 40 dirigentes judíos Macri lanzó la nueva versión sobre su relación con el ex comisario caído en desgracia. ‘Perdí la elección y hubo un problema en Boca con los barrabravas y lo llamé a Eugenio y le dije por qué no lo probamos a Palacios’, explicó Macri. En 2004 Palacios seguía contando con buenos contactos con la DEA y la CIA a partir de su trabajo en la Triple Frontera y decidió aliarse con el enemigo del que lo había echado, y por eso aceptó convertirse en jefe de seguridad de Boca Juniors”. Cuando llegó al cargo de jefe de la ciudad, Macri no pudo aclarar las verdaderas razones para nombrar a Palacios, sobre todo porque éste ya estaba acusado de encubrimiento por el atentado a la AMIA junto con Carlos y Munir Menem, el ex juez Juan José Galeano y el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy.
Todos estos nombres han reaparecido en la escena pública con la muerte de Nisman y los hemos mencionado una, y otra, y otra vez. Y, así, personajes que permanecían entre bambalinas tuvieron luz de frente. Como los fiscales de los paraguas entre quienes figuran Raúl Pleé y Carlos Stornelli. Dos de los miembros de esa estructura paralela que Mauricio Macri armó casi como un mecanismo de seguridad multifunción y poli rubro: privado y público; de Boca a la Metropolitana.
Raúl Pleé es el Fiscal de la Cámara de Casación, es decir, la última instancia de los mortales locales antes de la Corte Suprema. En diciembre de 2000 fue él quien dictaminó en favor de que se rechace el recurso que presentó el Gobierno de Fernando de la Rúa para que la Justicia revise el fallo de los 20 condenados por el ataque al cuartel de La Tablada. Para Pleé no había “peligro de sanción internacional" a la Argentina. Claro, según él no iba a ocurrir lo que sucedió: que la Corte Interamericana de DDHH sentenció que el Estado Nacional había faltado a su obligación de investigar de “manera exhaustiva, imparcial y concluyente” la ejecución de José Alejandro Díaz e Iván Ruiz, investigación que habían llevado adelante (mal, a la vista de la máxima instancia de DDHH de América) Nisman, Sebastián Blanco Bermúdez (actual abogado de Stiuso) y él.
El periodista gallego Jon Sistiaga hizo para Canal Plus unos especiales sobre violencia en el fútbol. Y en el césped del campo de juego con las populares y plateas completas, a minutos de inicio de un partido, el reportero entrevista a un hombre que livianamente se presenta como “segundo jefe de seguridad de Boca”, alguien de quien Sistiaga dicen “echa una mano a su equipo los fines de semana, los días que no trabaja como fiscal”. Se trata del mismísimo Pleé, quien definió el accionar del jefe de la barra brava Mauro Martín como la de un “organizador”. “Ellos tienen una marca y con la marca La 12, comercializan y así financian sus viajes. Mauro es un organizador, sólo un socio con preminencia, pero no es el jefe de ninguna barra brava”, fue la impactante descripción del fiscal. Puede que a Heidi esta explicación la convenza. Sobre todo después del baño de ácido del jueves, día en el cual puse en duda aquello del Diego de que “la pelota no se mancha”. Porque me parece que sí, que se la enlodaron y que quedó sucia, porque hay sucios, sucios como papa.
Otro protagonista del aparato Macri/Boca es Carlos Stornelli. El vínculo de Stornelli con el barra Di Zeo es conocido y ya casi naturalizado. Stornelli siguió hasta hace poco como jefe de seguridad de Boca, incluso luego de una denuncia que –por este hábil poli rubro judicial/deportivo/policial/político que han sabido crear- se embrollara y quedara en esos atolladeros que tanto les gustan a muchos fiscales, a esos de la f de fuero federal.
El actual jefe de seguridad de Boca es Claudio Lucione, un ex comisario de la séptima y de la 17, echado por la entonces Ministra de Seguridad Nilda Garré; que fuera también delegado en Lomas de Zamora con estrecha ligazón con algunos de la feria de La Salada, denunciado por La Alameda por vínculos con algunos truchos de la ropa y que, llamativamente, estaba presente junto a Stornelli cuando se presentó públicamente el botón antipánico para la zona de Recoleta luego de que este barrio apareciera como territorio libre para las entraderas. Misteriosa y eficientemente, esta modalidad de robo desapareció de las primeras planas. Y al rato, no más, Lucione pasó a ser el encargado de la seguridad del club que preside Daniel Angelici.
Nada es muy claro si se mira con Lupa el presente y el pasado del intendente que –como otro lo hizo ya- quiere cruzar la Playa de Mayo y pasar de la jefatura de gobierno a la Rosada.
Mauricio Macri saltó a la boca de todos en 1991, cuando se conoció la información de que a punto de llegar a su casa de la calle Tagle fue secuestrado. Se trató todo de una situación tan increíblemente irregular que cualquiera que conoce los detalles no tiene más alternativas que hacerse molestas e incómodas preguntas, cuyas respuestas no dejan bien parado al jefe PRO.
“¿Cómo una persona que pasa 14 días en una habitación muy reducida bajo tierra y sin ventilación presenta ese aspecto vital que presentó Mauricio Macri, a quien además se lo notaba seguro y tranquilo? (…) Si bien aseguró que fue liberado en Lomas de Zamora y allí tomó un taxi de alguna de las paradas existentes, entre los 14 que se encontraban de guardia en ese momento, ninguno de ellos se identificó como el que lo llevó hasta Florida y Paraguay donde se reencontró con su hermano Gianfranco. ¿Por qué no fue directamente con el taxi a la casa de algún familiar o amigo, si no estaba dispuesto a enfrentar a la prensa de guardia frente a la residencia de su padre? ¿Por qué el miércoles hubo un festejo en Eduardo Costa 3030 si lo liberaron a la madrugada del viernes? ¿Por qué entró en la casa de incógnito, cuando el reencuentro con la libertad era motivo de euforia lógica y propia?”, se preguntaba la revista Noticias en su edición del 8 de septiembre de 1991.
“Una historia por contarse” fue el título de la nota de Clarín del 21 de noviembre de 1991 y escribieron en esa crónica: “Alfred Hitchcock no hubiese tenido que esforzarse demasiado para escribir otra gran obra de suspenso si hubiese estado en la Argentina durante los pasados meses de agosto y setiembre. Es que la historia del secuestro de Mauricio Macri, la angustiosa espera y el feliz desenlace respondieron en todo a los requerimientos del género. Aún hoy a tres meses del hecho, la opinión pública guarda para sí una sensación de sospecha acerca de lo que realmente sucedió” (…)
“Mientras el oficialismo atribuía la liberación a la presión ejercida por la Policía, Francisco Macri vinculaba el feliz desenlace a la estabilidad económica lograda por la administración Menem, todo esto a pocas horas de las elecciones. Desde entonces siguieron flotando una cuantas dudas sobre el episodio. Mauricio contó una y otra vez los detalles de su cautiverio y se presentó a declarar ante la Justicia en dos oportunidades. También aparecieron algunas contradicciones en sus declaraciones –acerca del lugar en que fue dejado en libertad, por ejemplo- y varias curiosidades, como su excelente estado, a pesar de los días de cautiverio ‘en un sótano’, según él mismo dijo”.
Todos estos interrogantes no pudieron ser respondidos, pero nadie alzó la voz. Era un año electoral y el menemismo y sus socios se caracterizaron por instalar el siga-siga futbolístico en la vida cotidiana. El menemato ya estaba construyendo su andamiaje legal, económico y cultural y ninguno de los beneficiarios podía poner esos beneficios en riesgo.
Casi nadie conoce a Juan Carlos Bayarri. Cuenta el abogado Rodolfo Yanzón, un histórico abogado patrocinante en juicios de lesa humanidad, que “Conocí a Bayarri caminando los pasillos de los tribunales federales.(…) Este ex suboficial de la Policía Federal Argentina –que se retiró de la fuerza con el grado de sargento primero- es verborrágico a la hora de contar las peripecias que lo tuvieron como involuntario protagonista, que describen bastante la promiscua relación entre jueces y policías, el grado de corrupción, criminalidad y complicidad que se desprende de sus acciones y que sus legajos encubren. Este ex suboficial habla con orgullo de los momentos que vivió como custodio del Presidente Salvador Allende, cuando estuvo en Buenos Aires para la asunción de Héctor Cámpora
“Bayarri fue una de las víctimas de la institución, integrándola y también del aparato judicial, que la encubre.(…) Fue arbitrariamente detenido por policías que luego lo torturaron en uno de los lugares que fue centro clandestino de detención durante la última dictadura (…), el Olimpo. “La complicidad de miembros del Poder Judicial de la Nación hizo posible que el cautiverio de Bayarri se prolongara durante 13 largos y penosos años. (…)
“El 18 de noviembre de 1991 comenzó el calvario de Bayarri. Involucrado en el secuestro de Mauricio Macri, lo acusaron de pertenecer a la ‘banda de los comisarios’. (…) En 1994, al no obtener respuesta del Estado Argentino, Bayarri presentó denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“Todo ocurría en medio de versiones sobre un auto secuestro, con la ayudita de comisarios de PFA –algunos terminaron socios de Macri en el armado de su ‘policía de seguridad’- como Vicente Palo –defendido por un abogado de la PFA, como si se tratara de un acto de servicio- y Carlos Sablich –que tuvo entre sus abogados a Ricardo Saint Jean, de la autodenominada Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, que aboga por la libertad de los militares que participaron en crímenes de lesa humanidad. El primer jefe de la Policía Metropolitana, el Fino Palacios, fue asiduo visitante de los policías implicados mientras estuvieron privados de libertad por estos hechos. (…)
En 2004, la Cámara Federal absolvió a Bayarri por los crímenes por los que estuvo detenido arbitrariamente. El 30 de octubre de 2008 la Corte Interamericana dictó sentencia dándole la razón y constatando que había sido víctima de torturas por parte de agentes policiales”.
El Tribunal Oral N° 19, compuesto por Horacio Barberis, Raúl Llanos y Alberto Ravazzoli en la causa caratulada "privación ilegal de la libertad agravada y tormentos", en perjuicio de Bayarri y su padre, Juan José, ya fallecido, condenó en 2014 a los ex comisarios de Federal, Sablich y Carlos Jacinto Gutiérrez a 16 años de cárcel por torturar a dos policías de la fuerza para que confesaran haber participado en el secuestro de Macri. En tanto, el ex secretario judicial Albano Larrea obtuvo una pena de 3 años por encubrimiento y fueron absueltos Alberto Alejandro Armentano, por el beneficio de la duda, y Julio Roberto Ontivero, por falta de pruebas.
Ontivero es primo de Carlos Ontivero, una especie de secretario y mano derecha del Fino Palacios. Fue jefe de Ciro James en la Policía Metropolitana. Por esas casualidades extrañas que rodean la vida del jefe de gobierno, Julio Roberto Ontivero era jefe de Triple Frontera en momentos en que se armó contra Bayarri una causa por falso testimonio. El testigo clave fue un hombre de apellido Leguía, casualmente, un informante del Fino Palacios. Éste hombre declaró y responsabilizó a Bayarri ante el entonces juez Horacio Gallardo, un magistrado con jurisdicción en Misiones. Este mismo juez, junto con su colega José Luis Rey, fueron los que autorizaron las escuchas ilegales que involucraron a James, que hicieron saltar por los aires el cargo de Palacios y que llevaron al procesamiento de Macri. Gallardo murió destituido y Rey pasó a la fama como el juez prófugo.
Las historias de Bayarri, el fino Palacios y Macri volvieron a cruzarse en esa Misiones tan asociada a la tierra colorada a los yerbatales, provincia en la cual el jefe de gobierno en sociedad comercial con Enrique Nosiglia y Ramón Puerta hizo más grande su fortuna. Ese no es suelo de tubérculos y no es a eso a lo que se dedica el jefe PRO, pero pese a que comercialice otro producto, a veces cosecha lo que siembra y tal vez sea por eso que estos días se notó que andaba demasiado cerca de la mugre. Puede que sea porque está sucio, sucio como papa. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Programa SF 173 - Alfredo Zaiat - 5 de Septiembre de 2015


El miedo, Aylan y Nicolás
Por Mariana Moyano.
Editorial SF del 5 de Septiembre de 2015

Pasaron, apenas, horas entre un lado y su opuesto. Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron con la alegría que implica para el 99,999 % de las personas de bien que habían encontrado a la hija de Walter Hernán Domínguez y de Gladys Cristina Castro, es decir que ya habían sido identificados 117 nietos. Casi al mismo tiempo, ese ser siniestro a cuya derecha sólo encuentro la pared, que se hace llamar “economista” y cuyo nombre es José Luis Espert, twitteaba: “Lástima que la Corte de Apelaciones de Nueva York haya rectificado a Griesa. Que las reservas fueran embargables era un límite al populismo K”.
Pero no fue esto ni lo único ni lo más grave que salió de su bocota y de su cabeza esta semana. En el diario La Nación del jueves 3 publicó su nota bajo el sutil título de “La única opción es el ajuste”. Allí, bestial como suele ser, escribió: “Hay que prescindir de gran parte del empleo público, congelar el gasto público remanente, devaluar el peso, eliminar el cepo y anunciar una promesa creíble de que se dejará de emitir para financiar el déficit fiscal residual, para lo cual será necesario financiarse con dólares que podrían provenir de un acuerdo de préstamo con el FMI. También habrá que ajustar tarifas y poner las tasas de interés en territorio positivo luego de 12 años que han llevado el consumo, base económica del populismo, a niveles insostenibles. La otra cara de este plan de ajuste implica un drástico cambio en la orientación de nuestra política exterior. Tenemos que volver a vincularnos con Occidente y cumplir los fallos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), los fallos del Ciadi (Banco Mundial), los de Griesa y cerrar el tema con los holdouts”.
Una amiga dice que a estos personajes no sólo hay que dejarlos que hablen, sino que habría que pedirles que se explayen. Cada día me convenzo más de cuánta razón tiene. Porque, ponele que el kirchnerismo es KK (escrito esto con la doble K y la furiosa mayúscula), bueno, enfrente está eso otro. Fijate.
Por esas mismas horas Mauricio Macri avisaba que no iría a la TV con sus potenciales ministros de Economía, sino con Esteban Bullrich, el de Educación. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces, reza el mejorcito de los refranes populares. Es que, claro, son impresentables. Son los Miguel Ángel Broda, los Carlos Melconián, los Federico Sturzenegger o puede ser, incluso, el más prolijito Rogelio Frigerio. Pero a la hora de hablar en serio provocan el mismo susto, lo hagan con alharaca, con histrionismo o con susurros. El hijo y nieto de desarrollistas ratificó livianito de cuerpo el lunes 31 de agosto por Cadena 3 que el 11 de diciembre si gana Macri las elecciones presidenciales se levanta eso que ellos llaman “cepo”.
No tienen filtro. Van directo desde el corazón, el bolsillo, la cabeza y los intereses a la garganta. A lo Lannister. Sin piedad.
Son sombríos y funestos pero, en lo personal, pienso que lo son más que por proponer lo que proponen y presionar para que esto se haga, porque les importa nada qué le ocurre a los seres humanos de carne y hueso que padecen en sus vidas, sus días, su cotidiana, sus amigos, su no dormir, lo que ellos pregonan.
Es el mismo tipo de cinismo en derecho, adelante, inversa o reversa que cubrió a la orbe cuando la foto de Aylan Kurdi muerto en la orilla impactó directo en lo sensorial del planeta. Leí durante 48 horas la indignación de los medios del mundo que nos “explicaron” las razones de las invasiones occidentales y que al bardo lo llamaron “primavera árabe”. Ahí la indignada fui yo. En aquellos momentos, a estos medios y líderes de peso, como a estos operadores que se bautizan economistas, no les habían importado los seres humanos, los bebés y los chiquitos sino la “racionalidad” de las medidas y políticas llevadas adelante.
Mientras todo esto se arremolinaba en la batalla por la imposición de agenda y debate en el mundo, una querida colega le hacía un nuevo homenaje escrito a su hermano, un caído por las racionalidades y las austeridades neoliberales; uno de esos seres humanos a quienes la lógica dominante del poder le quitó todo, hasta la vida.
“Mañana se cumplen diez años”, escribió Nadia Lihuel este 1 de septiembre. “Nico se había recibido en una secundaria especializada en mecánica automotriz y sin embargo en 2005 –con 21 años– hacía delivery en la moto para bancarla porque nadie tenía un mango y arreglar un auto no era para cualquiera. Menos para cualquiera de su barrio de calles de tierra y pibes sin suerte. Se había separado de la mamá de su bebé –Sol recién había cumplido un año– y cada centavo que ganaba tenía que estirarlo al máximo. Entre alquiler, pañales y comida era cada vez menos frecuente el lujo de irse a bailar con los pibes. Para peor, su mejor amigo estaba preso por haber estado en el lugar incorrecto en el momento menos oportuno. Pero nada de eso le borraba la sonrisa, la alegría –aunque fuese chiquita– de poner Los Redondos o Los Doors al taco, abrir una birra y tratar de ponerle pilas porque mañana podía ser un día mejor.
En la familia estábamos todas más o menos en la misma. El viejo, metalúrgico desocupado, se había ido a España y no daba señales más que cada tanto. Mamá, ferroviaria de toda la vida y de linaje familiar, había quedado afuera por la voluntad de un retiro privatizador y atendía el teléfono en una remisería por la miseria –incluso entonces– de diez pesos por doce horas de laburo. Aun trabajando de lunes a lunes no le alcanzaba. Y nosotras, las tres hermanas, hacíamos cada una lo posible por bancarnos. Yo, la mayor, con 22 años vivía en una pensión de San Telmo y malabareaba con el trabajo y la facultad. La más chica, recién llegada de intentarlo en España, apenas se acomodaba a la vuelta. La del medio, con un embarazo de ocho meses recibió quizás la peor parte: su primer hijo llegaría apenas 30 días después de que su hermano tomase la decisión más desesperada que alguien pueda tomar. Nico decidió dejar de vivir.
Lo que vino después está teñido de esa sensación que dejan algunas películas, como de irrealidad, de bruma. Es lo que pasa cuando necesitamos seguir, lo que duele lo guardamos en lugares a los que es muy difícil volver sin sufrir otra vez.
Era jueves. Le habían robado la moto y la precaria estructura que lo sostenía peleándola se le cayó encima y lo aplastó. No sin metáforas eligió acostarse entre los rieles del tren que conecta Ezeiza con Constitución. Visitó a su hija –quién sabe si en secreto se habrá despedido de ella, le habrá querido explicar que su papá ya no podía pelear contra esa realidad–, apoyó la bici contra el paredón y como quien se va a dormir, se acostó. Para los que quedamos, ahí mismo empezó la pesadilla aunque se mezcló, por supuesto, con la alegría de un integrante más que se sumaba a esta familia magullada que hizo mucha fuerza para mantenerse en pie, a pesar de todo.
Esta historia no es solamente nuestra historia como familia. Esta, como toda historia familiar, es lo que muestra la lupa cuando se acerca un poco la mirada, pero es producto de la historia de este país. Porque acá nacimos, acá construimos lo que somos y acá seguimos viviendo.
Hace un buen tiempo que una idea sobre esta historia me transita la cabeza y es que los desaparecidos no fueron sólo los 30 mil de las Abuelas, Madres e H.I.J.O.S.; tengo la certeza de que la violencia económica sembrada con el terror de los 70, regada con sangre, florecida en la desocupación, las privatizaciones y la crisis de los 80 y los 90 se llevó a muchos nietos, hijos, padres desesperados. Personas que tenían familias y que por no tener laburo, por no saber cómo seguir, por no tener recursos se metieron un balazo, se quemaron con falopa o terminaron sus días en un penal por robar alguna cosa –seguramente más chica que las comisiones de los privatizadores-, en un sistema que, lejos de reinsertarlos, los condenó –sin juicio– a la marginalidad y la violencia extremas.
Diez años más tarde todavía duele recrear esos momentos tan intensos. Y sin embargo, tengo cierta tranquilidad. Que una década más tarde cada mamá tenga asegurada la AUH, que los chicos y chicas puedan seguir estudiando después del secundario porque el Estado les brinda herramientas, que un pibe que sabe arreglar autos tenga un parque automotor enorme esperándolo con dueños que pueden invertir en eso, en cierta forma me consuela.
Si esta historia ocurriera hoy, mi vieja todavía soñaría con volver al ferrocarril y jubilarse trabajando ahí, es cierto, pero mi hermano estaría con ella sin ese miedo omnipresente de no poder, de no saber cómo darle de comer a su hija sino, -¡con lo bueno que era para los números!- dedicándose a alguna ingeniería.
El sábado, en el lugar donde un pibe desesperado se bajó de la vida inauguraron un paso bajo nivel para que ni por accidente una familia pierda a un nieto, a un hijo, a un hermano.
Vivir sólo cuesta vida, dijo uno. En mi familia tenemos la vida a pesar de todo y nos consuela saber que la vida que hoy tienen los pibes no está condicionada por lo que la mano invisible de un montón de inescrupulosos supo hacer con los trabajos en este país.
Y por mucho que quieran volver, es nuestra obligación tener presentes, no sólo a nuestros muertos, sino que debemos recordar que si los dejamos volver a privatizar, malvender y negociar con el Estado, los que van a salir perdiendo siempre, y como siempre, son los pibes y pibas que sólo necesitan vida para vivir”.
Nicolás era un ser humano al que la racionalidad económica que pregonan le dio de lleno. El ejemplo perfecto, como Aylan. Y como los millones que no nos quieren mostrar. Esos que cuando se los enrostramos obtenemos por toda respuesta palabras como “corrupción” y “gasto público”.
El miércoles se presentó en la Biblioteca Nacional la película “Cristina, militante de un proyecto”. Habla ella en un quincho de Lomas de Zamora, como una militante más en el año 2000. Da decenas, cientos de definiciones. Pero dos me impactaron. Dice ella ahí que “el discurso de la corrupción (durante los noventas) les sirvió a muchos para pelearse con el menemismo pero también para no enfrentar al establishment” y dice también que “jamás hay que dejarle eso de la ‘racionalidad’ a la economía”, concebida ésta como una mezcla de hija del santo sudario y de purismo químico. Son dos interesantes puntos de partida lo que planteaba la entonces senadora, porque nos permiten meter la cabeza en el detrás de escena. Y el ver los hilos siempre nos ayuda a tener menos miedo: dejamos de ser espectadores de la escena construida.
“Amenazados” se llama el último libro del gran Alfreso Zaiat y en él nos dice varias cosas. Pero algunas de las más importantes, quizás, estén en las primeras páginas. El miedo que nos quieren inocular, para tenernos quietitos y obedientes y para nublarnos la razón está, dice él, “esa emoción primaria provocada por la percepción de peligro” no se aborda ni se enfrenta “con terapias o libros de autoayuda. Se requiere de resistencia y convicción para no defender intereses que no son propios”.
“El mayor desafío es surcar el pasaje hacia la conciencia de la protección para sí. Para ello es necesario identificar a quienes intervienen en la disputa de poder en el espacio de la economía y cuáles son los intereses de cada uno. La convocatoria es a no dejarse engañar por los profetas del caos que defienden privilegios de minorías. La tarea no es sencilla porque el miedo ha sido siempre uno de los aliados más fieles del poder”.
Es por Aylan, por Nicolás y también en defensa propia.