viernes, 30 de octubre de 2015

Programa SF 180 - Dolores Solá - 24 de Octubre de 2015

Termocefalia y chicana.
por Mariana Moyano
Editorial SF del 24 de octubre de 2015

La termocefalia puede aparecer desde el rinconcito menos pensado. No distingue clases sociales, etnia ni religión. Porque cabeza de termo puede ser cualquiera. “Eso no es rock” dijeron tantos millones de giles al referirse a la magia hecha música de Gustavo Cerati mientras pensaban que cualquier bobo que sacara un poco más la lengua aunque no supiera arrancarle ni dos notas a una viola era un verdadero Guitar Heroe (como le decía Luca a Ricardo Mollo). “A La Chicana le falta tango” han dicho tantos cuadrados y con esa costumbre de tener bien loteadito el pensamiento le ponían fronteras a uno de los géneros más populares de la Argentina.

Los especialistas en levantar murallas y cavar fosos -como les decía Eduardo Galeano a quienes trituraban el espíritu de Rodolfo Walsh para encajarle UN mote en lugar de intentar asomarse a toda su completitud y complejidad- construyeron grietas (ellos, sí) en lugar de crear puentes.

“Luca not dead” gritaban las paredes en aquel fin de año de 1987 cuando Luca Prodan se fue. Y ese genuino acto de dolor popular fue convertido –hasta con algunos intentos más comerciales que artísticos, me animo- tiempo después en una división entre los “del verdadero aguante” y los “putos del pop”. Claro, nadie o pocos sabían que fue el mismísimo Federico Moura que le encajó flor de trompazo en la nariz al alma de Sumo, cuando en un show (esos bien ochentosos en los que todas las bandas tocaban en un mismo recital) él presentó a la banda que los sucedía como: “y ahora vienen esos putos de Virus”. En el cruce, el genial Federico lo puso de una trompada. A lo macho arregló las cosas ese flaco que parecía levitar sobre el escenario.

Y como Luca se había muerto y el dolor era insoportable. Y como en el desierto de los noventas la política le daba la espalda a los pibes. Y como todo era irresistible, el refugio de dos generaciones fue el rock. Pero a fuerza de tanto suplemento Sí y de construcción de sentido común loteado, esquemático, cuadradito, en cajitas que encastraran a gusto de la industria, había que aguantar la muerte de uno pidiendo el deceso de otro. Entonces “Luca no se murió. Que se muera Cerati, la puta madre que los parió”.

Ya eso no se cantaba en los recitales de Sumo. Porque ya no había Sumo. Pero había Las Pelotas y había Divididos y había Redondos. Así que ahí, ahí se descargaba toda la bronca, toda, a veces más contra el alma de Soda Stereo que contra la cana. Porque los noventas estaban ahí para eso: para atomizarnos, para dividirnos, para agrietarnos, para agrisarnos, para achatarnos. Pero no a los gritos en una discusión callejera. No. En silencio, despacito, sutilmente y sin alharaca; como se arman las verdaderas y poderosas estructuras de pensamiento de las sociedades, o sea, la cultura.

Eran los tiempos en que La Marylin se fue pa’ la U.C.D, cuando se había comido la película de veras. Cuando vivía allá en un derpa, en la avenida Alvear. A la Marylin, como a tantos, no se le podía hablar de las cuestiones sociales. Ella andaba por Recoleta sólo con gente bien y como les pasa a tantos aún ahora, a los cabezas no nos podía ver”.

Pero, por suerte, hay y siempre hubo un ejército (a veces en alza, a veces con muchas bajas, a veces más grande, a veces más pequeño, a veces más poderoso, a veces más solitario) que se niega a ese “pensamiento burgués que fractura lo que toca”, como dice Galeano y que supo chicanear, o sea, enredar un pleito abusando de las formalidades de procedimiento. Tirar de la cuerda, decimos en casa; extender los límites, comentamos en política; ampliar los horizontes, mencionamos para sonar más artísticos y cuando la charla ya va por el segundo o tercer tinto.

“El grupo ‘La Chicana’ fue fundado a fines de 1995 por Dolores Solá, Acho Estol y Juan Valverde con la intención de interpretar música de tango destacando su espíritu transgresor. El grupo mostró desde sus comienzos una especial predilección por los ritmos canyengues y el melodrama irónico de los comienzos del tango, elementos tan perdidos en posteriores estilos comúnmente aceptados como más serios. Creen firmemente que la esencia del tango se encuentra en el espíritu de rebelión y espontaneidad de las primeras décadas del siglo, lo cual lo aproxima en concepto más al rock actual que a las formas orquestales o jazzeras, académicas en suma, que lo popularizaron en el mundo desde la década del '40”, comenta la formal bio de la página web de este grupo, uno de mis preferidos, sin dudas.

Ups. Cachetazo a los conservadores de todos los estilos y gustos. ¡Horrorícense más aún, ustedes, celosos guardianes del deber ser! Oigan de boca de la propia Chicana cómo es esto de faltarle el respeto a la moral única: “Origen rockero. Identificamos en el origen del tango la esencia del rock. El ambiente prostibulario, lo ilegal, lo marginal, el estilo de vida del tango y el rechazo de la sociedad hipócrita hacia él. Las letras de aquellos tangos son mordaces, con intención irónica o doble sentido. Las que parecen más trágicas a primera vista, son en realidad las más cómicas, elaboradas con un fino cinismo: una poesía cruda que puede decir cualquier cosa, desde la más descarnada realidad cotidiana hasta la más cósmicamente fantástica metáfora. Nos gusta la crudeza metálica, pero de sofisticada musicalidad, de las guitarras de Gardel. Y su melodismo infinitamente simple, claramente enmarcado en la canción. Gemas de tres minutos que recuerdan en su perfección a los Beatles. Gardel-LePera = Lennon-McCartney”. Tomá. Cross a la mandíbula a los preservadores de la mesura, lo cuadrado y la cautela.

Y que no me corran con que esto es posmoderno. Porque nadie habla aquí de armar collage vintage con deseo palermitano. Estamos tratando de extender las posibilidades. En todo, en la vida, en la política y en la música. De abrir las puertas de la percepción. Pero para que hacerlo sea arte y bisagra, sólo hay una manera: conocer a la perfección lo clásico, las reglas y la tierra ya fundada y desde ahí pegar el salto. Lo que es bien distinto que ponerse un piercing en el ombligo o decir una mala palabra en televisión y por eso pretender calzarse el traje de transgresor. Sólo se puede disfrutar de la frescura de la improvisación si se tiene la solidez del conocimiento previo. Si no es desde ahí, no es. Así que “No me hablen ni de tango, ni de rock, ni del rojo en el celuloide”, porque ¿después del guitarrazo qué?, ¿después del guitarrazo qué? ¿Caer más simpático en SADAIC?

Esos eran sólo cuadros colgados. No era tango, ni era rock. Sólo cuadros colgados. Y el ensueño del alcaloide”.

Galeano nos regaló sobre Walsh ese maravilloso “Un historiador de su propio tiempo”. En él habla de esos “especialistas en levantar murallas y cavar fosos” que nos dicen que “hasta aquí llega el género novela. Este es el límite de la poesía. He aquí la frontera que separa la literatura de ficción de la de no ficción. (…) Hay celosos aduaneros, separando la literatura de sus fondos. El periodismo es un suburbio de las bellas artes. ¿Cómo explican estos trituradores del alma que el mejor narrador argentino de su generación fuera esencialmente un periodista?”. Dice Galeano ahí que ese tipo de obras, las que logran no quedarse anquilosadas en la estructura de lo dado con las que nos devuelven la fe, estando como está el camino tan lleno de pavorreales, impostores y mercachifles”.

Uno de los últimos gestos chicaneros, que nos permiten seguir insistiendo en que es posible forzar los límites de lo posible y desear cada día con algo más, fue el inmenso gesto de valentía, coraje y arrojo de los enormes Lola Solá y Acho Estol de meterse nada menos que con el gurú del roncanroll. Ese encantador de serpientes que nos vuela el cerebro con poesía, que nos enseñó que el compromiso musical no está en un estribillo de arenga sino en que la música nos contenga, el líder no partidario más importante que hoy tiene la Argentina: Carlos Solari, el Indio. Con él se metieron. Y lograron un tesoro. El de los inocentes, el que no se ve. Lo lograron desde el estudio, el arte, la profundidad, el conocimiento, la temeridad, la bravura y el amor. Y por eso les salió una perla perfecta. Por el amor. Porque, y que valga para todas estas horas de nuestras vidas: “Si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía. No vas a regatear”.

martes, 20 de octubre de 2015

Programa SF 179 - Lohana Berkins y Emiliano Litardo - 17 de Octubre de 2015


Debe haber decenas. 
por Mariana Moyano
Editorial SF del 17 de octubre de 2015
Debe haber decenas, cientos de tomas de ese instante. Su sonrisa, como dice el lugar común de la descripción, es de oreja a oreja. Pero en su caso era casi literal. Tenía una sonrisa amplia, generosa; la de esas personas que se quieren reír y compartir una bocota abierta que muestra los dientes; la de esas que saben lo que vale (y lo que cuesta) arrancarle a la vida una buena carcajada. En la foto famosa están ella y Cristina Fernández. Fue tomada en el acto del 2 de julio de 2012 cuando la Presidenta firmó dos decretos vinculados a la diversidad sexual (para los niños y las niñas nacidos previamente a la sanción de la ley de matrimonio igualitario), reglamentó la ley de identidad de género y entregó DNI a personas trans con el nombre de su identidad auto percibida.
Emilio Ruchansky fue el periodista que escribió la crónica del acto para Página 12. “En un acto sencillo y ante una multitud emocionada, la Presidenta firmó ayer dos decretos referidos a la diversidad sexual y entregó nuevos documentos a personas trans y a bebés de parejas de mujeres, nacidos antes de la Ley de Matrimonio Igualitario. “Este es un día de inmensa reparación y de igualdad, que es algo tan importante como la libertad”, dijo Cristina Fernández de Kirchner, tras reglamentar la Ley de Identidad de Género y reconocer la deuda que tenía el Estado con el colectivo trans. ‘Cuando alguien es ignorado y reprimido, es negar al otro y a sus derechos, es como no existir’, agregó la Presidenta”, decía la nota.
La tapa de ese día de Página 12 es emotiva, colorida y feliz. La foto principal ocupa casi todo el pliego y se la ve a la Presidenta haciéndole arrumacos a uno de los bebés hijos de una de estas parejas de mujeres y en imagen interior del diario, la jefa del Estado le hace upa a una de las mellizas de Laura Ruggiero y su esposa Catalina Schünemann.
Ese día, en ese acto, recibieron su DNI Laura Elena Moyano, Kalym Adrián Soria, Silvana Sosa, Luisa Lucía Paz, Reyna Ornella Infante, Valeria del Mar Ramírez -secuestrada en el Pozo de Banfield durante la dictadura-, María Laura Alemán, Maia Mar Abrodos, Gabriela Abreliano, Laura Elena Villalba y Amancay Diana Sacayán. Ese día fueron 12. Hoy ya son 4775 personas las que han podido obtener su nuevo DNI con la identidad auto percibida. Es una tarjeta plástica que dice algo. Una formalidad. Pero es nada menos que lo que certifica que el Estado –ese mega monstruo que institucionaliza apenas con un papel- reconoce y hace visible le pese a quien le pese.
Por esa carga es que aquel acto era –pese a su sencillez- tanto. Pero no fue sencilla la previa. Diana fue una militante, territorial sobre todo, pero además un inmenso cuadro político y una gran estratega. Ni ella ni muchas de las chicas trans estaban convencidas de compartir la ceremonia con las madres lesbianas y sus hijos e hijas. Se sucedieron una serie de debates, algunos ríspidos. Pero fue Diana la que sintetizó el porqué de la disidencia: “es que esos bombonazos (los bebés) nos van a sacar todo el protagonismo a las maricas”. Y le puso carcajada. La risa estalló entre todos quienes estaban organizando ese acto. Tuvo razón. Los bombonazos se robaron la primera plana. Nada le gana a un bebé y a un cachorrito, dicen los publicistas. Pero lejos de poner un obstáculo, con su puesta en palabras de lo que sucedía, Diana descargó, liberó y las cosas transcurrieron como ella hacía que transcurrieran: ella hacía que todo fluyera. Es una mirada muy personal, por supuesto. Es mía y este es mi texto, pero es que la mayoría de las chicas trans, a mí, me la han hecho siempre fácil. Será por mis pelos, porque yo también soy una plumífera, porque hay quienes creen que me insultan cuando en las redes me caracterizan como que “doy trava” y no se dan cuenta que me hacen reír o porque pasé varias noches de mi vida en los Morocco y Ave Porco donde toda la jungla se reunía a bailar. Por lo que haya sido, Diana fue siempre una de las que me la hizo sencilla. Su calidez, su humor, su sensibilidad hacían que una se sintiera a gusto. Y hasta tuvo la generosidad de honrarme con su cariño y respeto al invitarme a formar parte del grupo de periodistas que le hicimos entrega de carnet de profesional, el que le entregó la UTPBA el 19 de mayo de 2011 con el nombre de su identidad de género.
El martes 13 fue que nos enteramos de su asesinato. Las compañeras la habían estado esperando en Mar del Plata. Nunca llegó, nunca la vieron allí con su bandera con la inscripción “TRAVAJO” (con V corta), su última gran conquista: el cupo para personas trans en el Estado de la provincia de Buenos Aires. Fue por la extrañeza de su ausencia al Encuentro número 30 de mujeres que una corriente de amistades empezó a preguntarse por Diana. Fueron a su departamento de Flores y la hallaron acuchillada y muerta. Sé que es brutal decirlo así, pero así deben decirse ciertas cosas. Como hacía Diana, sin cierta corrección política, sin ciertos cuidados, con brutalidad si hace falta, sencillamente porque es brutal que nos maten.
Me resuenan todavía discusiones que tuve con muchos compañeros varones en las previas de la marcha del #ni Una Menos. “¿Por qué diferenciás la muerte de mujeres de las de varones?”. No voy a extenderme aquí en los conceptos básicos de 50, 60, 70 años de feminismo; ni en el concepto de discriminación positiva, ni en el techo de cristal. Simplemente voy a decir que es necesario hacer una diferenciación porque en la mayoría de los casos de muertes de mujeres y de trans el asesinato tiene en su centralidad la noción de posesión: nos pueden matar porque creen que nos poseen; somos un cuerpo poseíble para el que comete el crimen. Ni en esa muerte hay igualdad; somos algo subsumido a quien nos asesina.
Lohana Berkins es una luchadora de añares. Fue la que a mí me enseñó lo primero que aprendí sobre la vida trans allá por esos años cuando ni hablar del tema era sencillo y en esta última edición del Suplemento Soy (dedicado casi íntegramente a Diana) lo dijo con brutalidad, como hay que decir ciertas cosas que son brutales: “El asesinato de Diana es un travesticidio y hay que empezar a reconocer estos actos como crímenes de odio. No importa si el responsable es un viejo amigo que esa noche pegó mal, no importa si es uno nuevo que quería sexo gratis, no importa si eran dos tipos que buscaban diversión y se fueron de mambo. Lo que importa es que se sintieron con la impunidad de cometer el asesinato. ¿Cuántas veces se investigan los asesinatos de travas? Es la misma impunidad con la que el candidato del PRO a la intendencia de La Plata dijo que no daría trabajo a las travas, que les daría un médico. Las consecuencias son las mismas, incrementar el odio, legitimarlo. Hay que terminar con estas frases que, dichas risueñamente para que "entren mejor", juegan con la vida de muchas de nosotras”.
En Mar del Plata, el lugar donde se celebró el Encuentro al que Diana no llegó, puede ganar la intendencia un hombre despreciable que piensa que las mujeres podemos tener el pelo largo porque poseemos las cuatro horas necesarias que, según entiende, nos lleva y perdemos en arreglárnoslo. Se llama Carlos Arroyo y es el postulante de Cambiemos a jefe comunal.
Arroyo cuenta con el apoyo explícito de un tal Carlos Pampillón, un hombre que posee en su haber el llamar “femitroskas” y “choriplaneras” a las que participaron del Encuentro de Mujeres de Mar del Plata; irrumpir en sesiones del Concejo Deliberante, haber hecho desastres en el Centro de Residentes Bolivianos, reivindicarse ultra católico y junto a su agrupación haber destrozado el memorial de la Base Naval de Mar del Plata con el que se recuerda que allí funcionó un centro clandestino. “El 8 de septiembre de 2011, la agrupación de Pampillón atacó el memorial: sobre la base, escribieron con aerosol “aquí se defiende la patria”; sobre la columna que pide “memoria”, escribieron “completa””, relata la crónica de Página 12 sobre este neonazi.
La corrección política diría que lo que le falta a esta gente es tolerancia. No me gusta la idea. La Presidenta dijo en aquel acto en que le entregó el DNI a Diana que “No me gusta la palabra tolerancia, porque eso quiere decir te aguanto porque no tengo otro remedio. Yo quiero hablar de la igualdad”, de tener los mismos derechos.
Hablar de derechos un 17 de octubre es hablar de leyes, pero sobre todo de cómo los alaridos sublevados, los gritos subterráneos irrumpen ante los ojos de quienes los vienen construyendo, de quienes andaban distraídos por la vida y de quienes ni siquiera sabían de la existencia de esos seres humanos que aún no tienen lo que merecen.
Desde Gregorio de Laferrere Diana hizo oír su grito rebelde. Porque ella sabía dónde había una necesidad, pero sabía aún más que allí dónde esa demanda estaba nacía un derecho. Tanto lo sabía que quería, quería y quería y amaba y abrazaba y se reía y nada le parecía imposible. Siempre que la veía en acción pensaba en esa frase que le atribuyen a Cantinflas y que dicen que Marlene Dietrich repetía mucho: “Lo difícil lo hago de inmediato, lo imposible me lleva un poco más de tiempo”.
A Diana le robaron la posibilidad de probar que iba a terminar de construir lo imposible. Y a todos y todas nosotros nos robaron a Diana, una militante emblemática del cariño, del amor y de la igualdad. Y, sí, aunque ella no quería, estamos de luto. Porque la extrañamos, porque no queremos su ausencia y porque no podremos llorarla en paz hasta que no aparezca él o los responsables. Mientras tanto la tendremos a ella con su poncho norteño en la nieve sueca; con su sonrisa amplia y su carcajada lista, con la explicación amorosa al mellizo de tres años que le preguntó por sus tetas y con el poema que nos dejó para cuando ya no estuviera. Ese que ella misma tituló “Cuando yo me vaya":
Cuando yo me vaya no quiero gente de luto. Quiero muchos colores, bebidas y abundante comida;
ésa que de niñ* me hacía falta.
Cuando yo me vaya no aceptaré críticas; más razonable y serio sería que me las hagan en vida
Cuando yo me vaya desearía una montaña de flores…
Esas que l*s mil amores por los que he sufrido
nunca supieron regalármelas
Cuando yo me vaya no quiero farsantes en mi despedida;
quiero a mis travas queridas, a mi barrio lumpen
a mis herman*s de la calle, de la vida y de la lucha.
Cuando yo me vaya sé que en algunas cuantas conciencias habré dejado la humilde enseñanza de la resistencia trava, sudaca, originaria.
Cuando yo me vaya quiero una despedida sin cruces;
tod*s saben sobre mi atea militancia;
Y sin machos fachos, porque también saben
sobre mi pertenencia feminista.
Cuando yo me vaya; espero haber hecho un pequeño aporte a la lucha por un mundo sin desigualdad de género, ni de clase.
Cuando yo,esta humilde trava se vaya, no me habré muerto…simplemente me iré a besarles los pies a la Pachamama”.

jueves, 15 de octubre de 2015

Programa SF 178 - María Pía Lopez - 10 de Octubre de 2015


Hasta que se entienda.
por Mariana Moyano
Editorial SF del 10 de octubre de 2015
Hay cosas que pasan por otro lado antes de llegar a la cabeza. Se sienten en la piel, en la espina dorsal, se turba el eje de la columna vertebral. Hay, existe –una lo hace- un intento por racionalizar pero, para algunos y algunas, es inevitable que gane la irritación antes de que el cerebro pueda poner algo en orden en este lío.
Creo que el jueves comprendí lo que les ocurre –físicamente, me refiero- al mundo cacerolo ante las cadenas nacionales. No pueden pensar, se les nubla el potencial razonamiento. Yo el jueves por un ratito no pude pensar; se me nubló toda potencialidad de razonamiento. Fue fuerte. Muy.
Las crónicas del viernes dan un poco cuenta de cómo cayó en cada estómago editorial. “Con Moyano y Duhalde, Macri se dio un baño de peronismo. Reivindicó al creador del justicialismo por su llamado a la unidad en los 70 pero no cantó la marcha partidaria”, decía La Nación. La sensación que esa nota transmitía era la de los niños en la playa que encuentran algo muerto que el mar dejó en la orilla. Sienten profunda curiosidad pero para tocarlo necesitan de un palito, porque el asco puede más que la intriga. Ni con un palo y un puaj, parece chorrear la nota y la letra chica detrás del escrito más grande.
Clarín hizo la gran “metemo´ todo en la licuadora, metemo´” y saltó con una bajada que decía: “Es un gesto del jefe de gobierno al PJ. ‘El peronismo no es prepotencia ni soberbia ni narcotráfico’”, dijo Macri. Lectura ramplona, de profundidad pelopincho y mirada híper ligera y a gusto de conveniencias para hablar de peronismo: un clásico del gran diario casi desde que nació.
Página 12 arrancó su crónica con textuales de los ofendidos: “Oportunista, antiperonista, irrespetuoso”.
Para algunos fue un gesto parangonable con algunas actuaciones tipo stand up de Elisa Carrió. Esas de las cuales, la mayoría que no quieren a la diputada ex progresista, ex radical, ex aliada de Pino Solanas, ex alfonsinista, se ríen. Yo no suelo reírme de Carrió. Todo lo que aleja a los ciudadanos de la política no sólo no me da risa; me preocupa y le veo costura en la intención.
En lo personal, me irrité. Y hasta diría que quizás menos con quienes protagonizaron ese papelón frente a la Historia que con los que minimizan escenas de este tipo. Parece absurdo, pero quizás deba recordarles a quienes apenas hacen una mueca burlona, una media sonrisa de costado, un gesto socarrón y superado que en la Argentina durante una década entera (por mencionar apenas lo más reciente) fue la estructura del peronismo la que se puso al servicio del tercer desguace más fenomenal que se hizo de las riquezas de la Patria. El menemato no fue la corrupción y las excentricidades de Carlos Menem con la Ferrari, la avispa y el cohete que iba a salir a la estratósfera. Estamos hablando de un hombre que, todo indica, entregó a su hijo junto con el poco patrimonio que quedaba. No es joda el esqueleto del peronismo. Por no cuidarlo bien, en la ciudad de Buenos Aires se lo quedó Cristian Ritondo y por no prestar atención, Mauricio, que es Blanco Villegas, gana y gana y gana en el sur, en el norte y en el centro. El conservadurismo de derecha sabe cómo ser popular.
La historia sucede como tragedia y luego como farsa, dice la máxima. En su libro “Así hablaba Juan Perón”, Aníbal Fernández se pelea con la idea. Me atrevo a decir que a veces sucede primero como tragedia y después no sólo como farsa sino como una bufonada de profunda simulación, pero el inconveniente es que no termina en risa, sino en drama de esos que acarrean muertos. De hambre o de bala. Cuando hay crisis, da lo mismo.
No le doy más entidad al supuesto peronismo de Mauricio –que es Blanco Villegas- que a Rocío Marengo cantando la marcha peronista. Pero eso no quiere decir que deje pasar la inmensa, profunda, conceptual e histórica disputa que se viene dando por el peronismo desde hace ya unos cuantos años.
Osvaldo Pepe, que no es un cuatro de copas de Clarín (y no hablo aquí de Clarín como la “corpo”, sino como la columna vertebral del sentido común argentino durante décadas) en 2008 salió con los tapones de punta. Primero, en una carta abierta a Néstor Kirchner le advirtió de su pertenencia al peronismo y su cercanía a Antonio Cafiero y en 2012 a los jóvenes del kirchnerismo los llamó “imberbes”. Si alguien quiere decirme que esto es una casualidad, pues que lo haga. Yo, entre gente inteligente y que sabe lo que hace en política, no puedo pensar en coincidencias. Disculpen, prefiero andar alerta a tener que volver a ver en televisión como parte de la lógica de mi país a Adelina Dalesio de Viola junto a Susana Giménez cantando la marcha peronista entre sonrisas burlonas para decir luego: “en este país los proletarios quieren ser propietarios” y reír a carcajadas por conocer al detalle lo que aquí estaba sucediendo.
Celebro que varias voces se hayan levantado ofendidas. No porque pusieran alarido, sino porque si algo es molesto e irrumpe como fuera de lugar, eso quiere decir que el contexto ha asentado bien las bases para que los gestos y actos cínicos no pasen como parte del paisaje cotidiano.
Este fue un hecho menor. Como quizás también lo sea que justamente el gobierno de la ciudad por una razón que no explican, le hayan quitado a la autopista el cartel con el nombre de Arturo Illia. Pero se trata de actos de un simbolismo tan profundo que extraña que pocos hayan reparado en que Mauricio –que es Blanco Villegas- haya hablado de “igualdad de oportunidades” en lugar de “justicia social” y no explique la quita de un nombre tan caro a la tradición radical más popular.
Así como “olvidó”, digamos entre muchas comillas, esa parte de la trilogía y la reemplazó por frases de ocasión de Juan Domingo Perón buscadas por Jaime Durán Barba en Google, tampoco tuvo en cuenta las otras dos: la soberanía política y la independencia económica.
“Raro”, también entre muchas comillas y con el dejo de ironía del que soy capaz. Raro que lo olvidara justo en la semana en la que la República Argentina dio un paso gigantesco para llegar hasta casi el desendeudamiento completo. El lunes la Argentina pagó 5900 millones de dólares. Eso no significa, mal que les pese a los agoreros, que las reservas cayeron en 5900 millones. Implica que nuestro país debe 5900 millones menos y que los próximos años deberá hacer pagos que casi ni se sentirán en las arcas del país. En 2003, nuestra deuda implicaba el 11% de nuestras reservas; hoy apenas el 1% cuando Brasil, para hablar de un país y socio de acá cerquita, tiene comprometido el 8%.
La mentira de que no íbamos a poder pagar pudo durar sólo hasta el día en que se pagó. “Con Reservas del Central, hoy pagan bonos por U$S 5900 millones”, tituló Clarín. Jaque Mate. La plata estuvo, se pagó y como la majestuosa imagen de Rocambole, un eslabón más arrancamos de las cadenas que nos sujetan a las órdenes de los poderosos del mundo.
Trinaron. Estaban como locos. No pueden sostener la ira. Querían el acabose, el hundimiento, la falta de cash, la imposibilidad de asumir el compromiso. Para hacer como esas y esos cercanos que pululan por la vida de casi todos que, cuando una mete la pata, en lugar de abrirte un vino para compartir la angustia, ponen la espalda más erguida que de costumbre para que el “te lo dije” duela más. Pues no pasó. Se pagó y este fin de ciclo tan particular le deja al próximo gobierno un país casi por completo desendeudado. Esto no es ni un detalle, ni es sólo simbólico. Es histórico. Y novedoso para, al menos, 5 generaciones.
Hay cosas que pasan por otro lado antes de llegar a la cabeza. Se sienten en la piel, en la espina dorsal, se turba el eje de la columna vertebral. Hay, existe –una lo hace- un intento por racionalizar pero, para algunos y algunas, es inevitable que gane la irritación antes de que el cerebro pueda poner algo en orden en este lío. Y si algo los brota a los odiadores de todo esto que pasa es lo que mejor ha hecho el kirchnerismo: sacarle la ficha al gorilismo de derecha y al progre, y poder estereotiparlos hasta que cualquiera entienda de qué se habla.

lunes, 5 de octubre de 2015

Programa SF 177 - Werner Pertot y Jorge Elbaum - 3 de Octubre de 2015

Ellos, que son tan Blanco Villegas.
por Mariana Moyano
Editorial del 3 de Octubre de 2015
No se equivocó cuando el 4 de junio de 2007 lanzó una de sus frases memorables. “No se olviden que Mauricio es Macri”, había dicho ceceoso y pícaro el entonces Presidente Néstor Kirchner, metido de lleno en la campaña por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Todos entendimos, aunque sea cierto que no se le puede aplicar linealidad al apellido Macri, lo que nos quiso decir con esa máxima pegadiza.
Franco siempre habló bien del peronismo del 45 porque, sobre todo, en las décadas posteriores a la de los ochenta, le gustó el mote de empresario industrial. Tuvo palabras más que elogiosas para con el gobierno de Néstor Kirchner. Cuestionó lo que él llamó el “exceso aperturista” de los noventas “por el cual el empresariado argentino fue casi diezmado”. Habló bien de Hugo Chávez y de Cristina Fernández y de las políticas llevadas adelante por estos años y hasta aparece, entre quienes conocen los entretelones, como uno de los personajes que aceitó los vínculos de Argentina con la República Popular China.
Por el contrario, Mauricio, además de haber definido a Carlos Menem como el “gran transformador” fue un karateca de la palabra con términos mucho más fuertes: “No soy menemista; soy supermenemista. Soy menemista a muerte. (…) En el 89 estábamos casi fuera del planeta, en un lugar marginal. Nos hemos reinsertado en el mundo, se ha recuperado la economía”, le dijo a la revista Viva.
Por estas diferencias entre padre e hijo fue que quizás Federico Pinedo, titular de la bancada de diputados PRO,comentó un poco en serio, un poco en tono de chanza en julio de 2010, que “Mauricio es Macri, pero Franco es Kirchner", en aquellos días en que Franco deslindó por completo al matrimonio Kirchner del escándalo por el espionaje ilegal en la Ciudad de Buenos Aires. “Pongo las manos en el fuego por ellos”, había dicho el empresario, algo que no se le ha oído sobre su primogénito.
Estas disidencias filiales parecerían indicar un error en aquella frase de Néstor Kirchner lanzada como máxima y que tantos hemos usado tantas veces. Sin embargo, probablemente apunte a algo mucho más profundo que lo que la misma expresión dice. Quizás se refiera al comportamiento vampirizante de algunas empresas para con el Estado y a la certeza con que viven de que ellos nunca serán ni hundidos ni tocados por el modo en que se mueven en el mundo de lo público.
En el año 1980, el 17 de febrero para más detalles, el diario La Nación -esa voz siempre clara de los poderes reales- mostraba su preocupación en un texto editorial en el cual planteaba como un problema el pase de manos de poder de las familias patricias agropecuarias, los proveedores de materia prima al Reino Unido, hacia sectores nuevos de la economía de entonces, más ligados a la patria financiera que a la bosta de vaca. “El viejo establishment –decía el diario de Mitre-, como suele decirse, ha sido y es genuinamente republicano, en su espíritu. En cambio no se sabe todavía mucho de los grupos económicos emergentes”.
Escribe Norberto Galasso en su último libro “Mauricio Macri, la vuelta al pasado”: “El diario de los Mitre no da nombres de esa docena de peligrosos contendientes pero en el mundo de los negocios resuenan novedosamente los nombres de los nuevos dueños de la Argentina, tales como Techint, Pérez Companc, Fortabat, Roggio, Pescarmona, Bulgheroni, Arcor, Ledesma, al tiempo que todavía se mencionan a algunos de ´los tradicionales´ como Bunge y Born y Soldati. Y entre los primeros se encuentra el grupo Macri”.
Esta preocupación tan “de clase” del diario La Nación es la misma que Franco conocía y que Ana Ale en su libro “La Dinastía” relata de este modo: “Franco es albañil, tal como gusta describirse y no banquero. Son definiciones tajantes que incomodan a sus colegas fabricantes de dinero (…) No es un Rocca, un Pérez Companc, un Escasany y mucho menos un portavoz full time del poder internacional como los Aleman. Macri les suena a marca de tuco, como se lo hicieron saber todas las veces que pudieron. (…) En la carrera de la figuración, Franco apenas ascendió al grado de Capitán de Industria, título que en la década del 80 rebautizó y le puso maquillaje al viejo elenco de la patria contratista… es un outsider”.
Un outsider que concreta los negocios más importantes relacionándose con capitales externos. “En 1979 realiza un joint venture que bautiza MANLIBA (Mantenga Limpia a Buenos Aires) entre Impresit Sideco (del cual Macri posee el 49%) y la empresa estadounidense Waste Management International, la principal del mundo en material de limpieza. Manliba empieza a operar en marzo de 1980 y es Mauricio quien firma el contrato con el intendente de la dictadura Osvaldo Cacciatore”. (Galasso)
Pero –un dato no menor- a 15 años de su llegada a Buenos Aires, en 1958, Franco se había casado con Alicia Blanco Villegas. Mauricio nace de esa unión y entre el colegio Cardenal Newman y la Universidad Católica; la formación por parte del empresario Gregorio Chodos, del peronista Jorge Haiek y del liberal Ricardo Mansueto Zinn, específicamente pensada por su madre, el primogénito es construido ya no como el empresario millonario, sino como el del dinero fuerte, pero también el de la sangre azul. Un andarivel más en la escalera de lo supremo, según el razonamiento de esta clase.
No se equivocó Kirchner, entonces, cuando en 2007 lanzó aquella memorable “no se olviden que Mauricio es Macri”, pero debiéramos completarla: No se olviden que Mauricio es Macri, pero que su columna vertebral ideológica es Blanco Villegas. El mundo de las ideas, como dice Galasso, había quedado a cargo de la rama materna de Mauricio.
Poquito tiempo después de la firma con Cacciatore, Mauricio trabó relación con Donald Trump, el de los muros para mexicanos de esos días, cuando en Nueva York firmó la venta de Lincoln West y le vendió a Trump su opción por 118 millones de dólares.
Todas estas idas y vueltas durante la dictadura harán que, tal como relata Galasso y según un estudio de Eduardo Basualdo, Miguel Acevedo y Miguel Khavisse, los Macri pasen de 7 empresas en 1973 a 47 al fin de la dictadura, entre las que se cuentan Sevel, Sideco Americana, SOCMA y MANLIBA. Estas jugadas empresariales, a los argentinos, nos terminan costando caras: según explica Jorge Argüello, “la deuda de FIAT de 170 millones de pesos terminó transformándose en bonos del Estado que le permitieron a los Macri pagar su deuda a un valor que equivalió a 10% de la original. Claudio Lozano sostiene, además, que importantes empresas controladas y/o vinculadas al grupo Sideco Americana, Pluspetrol, SOCMA, Dragados y Obras, RSZyA Producciones, Iecsa y MANLIBA acumulan endeudamientos en el exterior cercanos a los 180 millones de dólares, que fueron transferidos a la sociedad a través de los seguros de cambio”.
Por esos días Domingo Cavallo estaba en la Presidencia del Banco Central y el economista de Mauricio, Carlos Melcoñián, fue quien se ocupó de las cuestiones técnicas desde el Banco Central para que nos pasaran a todos las deudas de los Macri-Blanco Villegas. Datitos, no más, para quienes quieren comprender quiénes son los se quedaron con la platita que pagamos como deuda externa y, sobre todo, para los tan preocupados por el qué se hace “con el dinero de mis impuestos”. Un accionar bien Macri y bien Blanco Villegas.
Por lo tanto, no puede sorprender en nada que ponga en la lista de candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires a un amigo/socio/vocero, ya que es la lógica de un sector en funcionamiento: la cosa pública como casa propia. Tampoco puede asombrar la barbaridad desprolija e impune del manejo de la pauta con radios FM y canales de las provincias, ni que con total impunidad aparezcan deudas sospechosas –por decir lo menos- con un contratista/amigo y con ministro/candidato: como si nada, Mauricio indica en su declaración jurada que le prestó a Nicolás Caputo 14 millones de pesos y a Néstor Grindetti, el encargado de las arcas porteñas, algo más de 400 mil. No puede asombrar a nadie: es la lógica Macri-Blanco Villegas del concepto del Estado, algo que para ellos no es más que el patio trasero de lo propio.
Por eso es que las mismas firmas que recorrieron la infancia y la formación de Mauricio son las que hoy a través de comunicados tanto de la Unión Industrial Argentina (que de industrialista tiene bastante poco) y de la Asociación Empresarial Argentina (un sello de goma para hacer el lobby de los poderosos de verdad) salieron con los tapones tan de punta a demoler al proyecto de Comisión Bicameral que pretende terminar de hilvanar con nombre y apellido el tejido de civiles que armaron la estructura político ideológica que cumplieron los uniformados.
La UIA manifestó su rechazo al proyecto de ley para crear una Comisión Bicameral de la Verdad, la Memoria, la Justicia, la Reparación y el Fortalecimiento de las instituciones de la Democracia. “Cualquier investigación sobre el particular, que se realice a ciudadanos u organizaciones de la sociedad, debe llevarse a cabo por las vías institucionales que corresponden", dijo la híper republicanista UIA. “El derecho de defensa y la independencia de quienes deben juzgar los eventuales ilícitos solamente pueden ser garantizados mediante procesos realizados por el Poder Judicial".
La iniciativa para la creación de la Comisión había obtenido 170 votos a favor, ninguno en contra, disidencias parciales de la UCR, el Frente Renovador (y hasta José Ignacio de Mendiguren votó afirmativamente en general), el Frente de Izquierda y el interbloque FAP. Pero tuvo 14 abstenciones del PRO, tan Macri y tan Blanco Villegas.
“Hay que dejar de mirar hacia atrás, hay que pensar en positivo y resolver los temas del presente", le dijo el nuevo titular de la UIA a Télam. Esas palabras mágicas que como nos ha enseñado la derecha vernácula y sobre todo el diario La Nación quieren siempre decir impunidad para los civiles que hicieron lo que quisieron con nuestras vidas y nuestro dinero y sobre todo durante lo que ellos llaman El Proceso.
Héctor Recalde –autor de la iniciativa- consideró que la UIA “parte de conceptos erróneos porque la comisión no tiene por objeto juzgar a nadie, no entiendo cuál es el inconveniente para recibir información y testimonios, algo que ya veníamos haciendo desde antes de que se comenzara a discutir la ley”. “Es insólito pensar que no hubo complicidad cuando, a menos de un mes del golpe, un general, un almirante y un brigadier, de la Ley de Contratos de Trabajo que tenía 302 artículos, derogaron 27 y modificaron 99”. Agregó que la Comisión de Trabajo de Diputados, que preside, recibió testimonios sobre Acindar, Ledesma, Techint, Mercedes-Benz, Ford, Papel Prensa y La Nueva Provincia, entre otras empresas, informó Página 12 esta semana.
“Crece la preocupación de las empresas por un proyecto de ley kirchnrista”, nos asustó Clarín desde su versión online y desde las páginas de la impresa. “Polémica”, le agregaron para que no quedaran dudas de hacia dónde iba el diario. Mejor dicho, el grupo.
“Es la norma que crea una Comisión Bicameral para investigarel rol de las compañías durante la dictadura. Al rechazo de la UIA, ahora se sumó AEA. Dicen que la iniciativa busca estigmatizar al empresariado”, según la particular fórmula que eligió Adrián Kaufmann Brea, flamante titular de la Unión Industrial.
"Este proyecto es particularmente inoportuno en un momento en que debe fomentarse la concordia entre todos los argentinos", sostuvo Kaufmann. Bingo. Si el próximo comunicado sale con la palabra “reconciliación” ya no puede ni debe quedar duda para nadie acerca de qué están hablando.
UIA y AEA juntitas y codo a codo. Porque unidas, son mucho más que dos. Son, por ejemplo: Aceitera General Deheza, Arcor, Bagó, Banco Santander Río, Bayer, BGH, Cartellone, Cencosud, El Citi, Clarín, Control Unión Argentina, Coto, Dow Argentina, Droguería de Sur, Endesa, Estrada, Estrada Agropecuaria, Fiat, Grimoldi, Grupo Miguens, IBM, IRSA, La Anónima, La Mercantil, La Nación, Los Grobo, Mastellone, Mercedes Benz, OSDE, Peugeot, Citroen, Praxair, Price Waterhouse, QuickFood, Rimsa, Roemmers, Roggio, San Jorge, Sidus, Southern Cross, Techint, Telecom, TN&Platex y Volkswagen. Mucho más que dos y con más capacidad de batir el parche que un power trío.
Parece que le hicieron caso a lo que les pedía el –digámosle con generosidad- historiador José Luis Romero desde las páginas de opinión de Clarín: “Los empresarios necesitan más conciencia de clase”. Leí eso y me fue inevitable pensar en cómo se revolcaba de furia y espanto cierto barbado de Tréveris que nos enseñó la diferencia de la conciencia en sí y la para sí. Cosas mías. Delirios mañaneros de alguien que aún –por suerte- no pierde la capacidad de sorpresa.
Pero como si no estuvieran ya las piezas suficientes sobre la mesa para entender a qué entramado se enfrenta la próxima Argentina; quién es y con quién juega el candidato de Cambiemos, Jorge Elbaum aportó el eslabón que faltaba para ver la cadena completa de la que forman parte Mauricio -que es Macri y que es más Blanco Villegas-, Alberto Natalio Nisman -que es el PJ, es decir, el Partido Judicial- y los buitres –que son los que juegan en el tablero internacional para arrancar carretillas de dólares de la Argentina, llevarse puestos a gobiernos populares y cargarse a Barack Obama si es necesario-.
“El grupo Israel Hayom pertenece al multimillonario estadounidense Sheldon Adelson, el más importante socio de Paul Singer en el fondo NML Elliot, y además mecenas de la American TaskForce Argentina”, contó Elbaum en Página 12. A la TaskForce, muchos ya lo saben, a mí me gusta decirle Grupo de Tarea. Creo que va más al punto de lo que son.
Pero sigamos al ex Secretario Ejecutivo de la DAIA. Continúa la nota con que “tanto Singer como Adelson aparecen como los máximos donantes de la Fundación para la Defensa de la Democracia (FDD), dirigida por quien se consideraba un gran amigo de Nisman, Mark Dubowitz” (…) Singer y Adelson, además, han sido los billonarios que se han opuesto con mayor determinación al acuerdo de Estados unidos con Irán y han financiado a todos los congresistas que se expidieron contra el acuerdo llevado a cabo por Obama”.
En junio de 2014 Macri realizó una visita a Israel. “Un mes antes del viaje, uno de los organizadores del mismo, Claudio Avruj, actual subsecretario de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires se contactó con el ex fiscal para ampliar la agenda de las reuniones en Tel Aviv y en Jerusalén, vinculadas específicamente con temáticas de seguridad internacional. El entorno de Macri consideraba como referente a Nisman después de sus dictámenes contra la infiltración iraní en Venezuela y América del Sur. Avruj, además de funcionario público, es propietario de la cadena de información judía VisaVis en sociedad con Guillermo Yanco, pareja de la diputada Patricia Bullrich.
El portal noticioso de Avruj sobrevive con un financiamiento similar al recibido por Fernando Niembro. En su página de inicio se divisan claramente las publicidades del Banco Ciudad, Subterráneos de Buenos Aires, la Legislatura porteña, y el Instituto de Juego de Apuestas de la Ciudad de Buenos Aires. Los contactos brindados por Nisman para la gira de Macri contribuyeron a la realización de reuniones con referentes de la derecha israelí y permitieron concluir la visita con una reunión con el primer ministro. (…) Dicha coincidencia de 2014 quedó certificada por la posición tomada el día 9 de septiembre último en la ONU por parte del gobierno israelí, que votó contra las regulaciones de los fondos especulativos. La posición argentina contó con 136 votos a favor, siete en contra y 41 abstenciones. El límite dispuesto a los fondos buitres es considerado –incluso en medios de prensa israelíes, no precisamente Israel Hayom– como uno de los más grandes éxitos de la historia diplomática argentina”.
A este protegido y ateflonado personaje que lleva sobre sus espaldas el no haber viajado jamás en colectivo, décadas de vida pública, el roce con lo popular que le dio su amor por el fútbol y el trampolín de Boca, una reclusión que huele más a auto que a secuestro y que maneja ese desdén de quienes poseen cuantiosa cuenta bancaria y se saben Blanco Villegas se le abrió una grieta. Y por ella entraron las preguntas y la puesta en evidencia de las irregularidades. “Escándalos –como dice el periodista Werner Pertot que sigue al macrismo como perro prendido a los talones- que no parecen ser la excepción sino la regla”.
Mauricio Macri y Alberto Nisman representan todo lo que es pantalla, vidriera, apariencia, el como sí. La clase de personajes que arengan con el latiguillo de que son quienes cobran salarios del Estado los que deben dar las únicas explicaciones; ésos a quienes ven y marcan como parásitos y vagos. Pues algo –chiquito aún y esperemos que crezca- se quebró porque han quedado por estos días ellos dos -justamente ellos, que se y los quisieron erigir como banderas de republicanismo y honestidad- como representantes de lo peor que se puede hacer con lo público, con lo de todos, con lo de muchos, con lo común: los que no sólo se lo quedan sino que lo usan y lo sienten como propio y con derecho a no dar ninguna explicación. Algo que, justamente para no olvidar, deberíamos empezar a rotular como actitud Nisman, mecanismo Adelson, modelo Singer, gesto Macri y modo Blanco Villegas.