viernes, 30 de octubre de 2015

Programa SF 180 - Dolores Solá - 24 de Octubre de 2015

Termocefalia y chicana.
por Mariana Moyano
Editorial SF del 24 de octubre de 2015

La termocefalia puede aparecer desde el rinconcito menos pensado. No distingue clases sociales, etnia ni religión. Porque cabeza de termo puede ser cualquiera. “Eso no es rock” dijeron tantos millones de giles al referirse a la magia hecha música de Gustavo Cerati mientras pensaban que cualquier bobo que sacara un poco más la lengua aunque no supiera arrancarle ni dos notas a una viola era un verdadero Guitar Heroe (como le decía Luca a Ricardo Mollo). “A La Chicana le falta tango” han dicho tantos cuadrados y con esa costumbre de tener bien loteadito el pensamiento le ponían fronteras a uno de los géneros más populares de la Argentina.

Los especialistas en levantar murallas y cavar fosos -como les decía Eduardo Galeano a quienes trituraban el espíritu de Rodolfo Walsh para encajarle UN mote en lugar de intentar asomarse a toda su completitud y complejidad- construyeron grietas (ellos, sí) en lugar de crear puentes.

“Luca not dead” gritaban las paredes en aquel fin de año de 1987 cuando Luca Prodan se fue. Y ese genuino acto de dolor popular fue convertido –hasta con algunos intentos más comerciales que artísticos, me animo- tiempo después en una división entre los “del verdadero aguante” y los “putos del pop”. Claro, nadie o pocos sabían que fue el mismísimo Federico Moura que le encajó flor de trompazo en la nariz al alma de Sumo, cuando en un show (esos bien ochentosos en los que todas las bandas tocaban en un mismo recital) él presentó a la banda que los sucedía como: “y ahora vienen esos putos de Virus”. En el cruce, el genial Federico lo puso de una trompada. A lo macho arregló las cosas ese flaco que parecía levitar sobre el escenario.

Y como Luca se había muerto y el dolor era insoportable. Y como en el desierto de los noventas la política le daba la espalda a los pibes. Y como todo era irresistible, el refugio de dos generaciones fue el rock. Pero a fuerza de tanto suplemento Sí y de construcción de sentido común loteado, esquemático, cuadradito, en cajitas que encastraran a gusto de la industria, había que aguantar la muerte de uno pidiendo el deceso de otro. Entonces “Luca no se murió. Que se muera Cerati, la puta madre que los parió”.

Ya eso no se cantaba en los recitales de Sumo. Porque ya no había Sumo. Pero había Las Pelotas y había Divididos y había Redondos. Así que ahí, ahí se descargaba toda la bronca, toda, a veces más contra el alma de Soda Stereo que contra la cana. Porque los noventas estaban ahí para eso: para atomizarnos, para dividirnos, para agrietarnos, para agrisarnos, para achatarnos. Pero no a los gritos en una discusión callejera. No. En silencio, despacito, sutilmente y sin alharaca; como se arman las verdaderas y poderosas estructuras de pensamiento de las sociedades, o sea, la cultura.

Eran los tiempos en que La Marylin se fue pa’ la U.C.D, cuando se había comido la película de veras. Cuando vivía allá en un derpa, en la avenida Alvear. A la Marylin, como a tantos, no se le podía hablar de las cuestiones sociales. Ella andaba por Recoleta sólo con gente bien y como les pasa a tantos aún ahora, a los cabezas no nos podía ver”.

Pero, por suerte, hay y siempre hubo un ejército (a veces en alza, a veces con muchas bajas, a veces más grande, a veces más pequeño, a veces más poderoso, a veces más solitario) que se niega a ese “pensamiento burgués que fractura lo que toca”, como dice Galeano y que supo chicanear, o sea, enredar un pleito abusando de las formalidades de procedimiento. Tirar de la cuerda, decimos en casa; extender los límites, comentamos en política; ampliar los horizontes, mencionamos para sonar más artísticos y cuando la charla ya va por el segundo o tercer tinto.

“El grupo ‘La Chicana’ fue fundado a fines de 1995 por Dolores Solá, Acho Estol y Juan Valverde con la intención de interpretar música de tango destacando su espíritu transgresor. El grupo mostró desde sus comienzos una especial predilección por los ritmos canyengues y el melodrama irónico de los comienzos del tango, elementos tan perdidos en posteriores estilos comúnmente aceptados como más serios. Creen firmemente que la esencia del tango se encuentra en el espíritu de rebelión y espontaneidad de las primeras décadas del siglo, lo cual lo aproxima en concepto más al rock actual que a las formas orquestales o jazzeras, académicas en suma, que lo popularizaron en el mundo desde la década del '40”, comenta la formal bio de la página web de este grupo, uno de mis preferidos, sin dudas.

Ups. Cachetazo a los conservadores de todos los estilos y gustos. ¡Horrorícense más aún, ustedes, celosos guardianes del deber ser! Oigan de boca de la propia Chicana cómo es esto de faltarle el respeto a la moral única: “Origen rockero. Identificamos en el origen del tango la esencia del rock. El ambiente prostibulario, lo ilegal, lo marginal, el estilo de vida del tango y el rechazo de la sociedad hipócrita hacia él. Las letras de aquellos tangos son mordaces, con intención irónica o doble sentido. Las que parecen más trágicas a primera vista, son en realidad las más cómicas, elaboradas con un fino cinismo: una poesía cruda que puede decir cualquier cosa, desde la más descarnada realidad cotidiana hasta la más cósmicamente fantástica metáfora. Nos gusta la crudeza metálica, pero de sofisticada musicalidad, de las guitarras de Gardel. Y su melodismo infinitamente simple, claramente enmarcado en la canción. Gemas de tres minutos que recuerdan en su perfección a los Beatles. Gardel-LePera = Lennon-McCartney”. Tomá. Cross a la mandíbula a los preservadores de la mesura, lo cuadrado y la cautela.

Y que no me corran con que esto es posmoderno. Porque nadie habla aquí de armar collage vintage con deseo palermitano. Estamos tratando de extender las posibilidades. En todo, en la vida, en la política y en la música. De abrir las puertas de la percepción. Pero para que hacerlo sea arte y bisagra, sólo hay una manera: conocer a la perfección lo clásico, las reglas y la tierra ya fundada y desde ahí pegar el salto. Lo que es bien distinto que ponerse un piercing en el ombligo o decir una mala palabra en televisión y por eso pretender calzarse el traje de transgresor. Sólo se puede disfrutar de la frescura de la improvisación si se tiene la solidez del conocimiento previo. Si no es desde ahí, no es. Así que “No me hablen ni de tango, ni de rock, ni del rojo en el celuloide”, porque ¿después del guitarrazo qué?, ¿después del guitarrazo qué? ¿Caer más simpático en SADAIC?

Esos eran sólo cuadros colgados. No era tango, ni era rock. Sólo cuadros colgados. Y el ensueño del alcaloide”.

Galeano nos regaló sobre Walsh ese maravilloso “Un historiador de su propio tiempo”. En él habla de esos “especialistas en levantar murallas y cavar fosos” que nos dicen que “hasta aquí llega el género novela. Este es el límite de la poesía. He aquí la frontera que separa la literatura de ficción de la de no ficción. (…) Hay celosos aduaneros, separando la literatura de sus fondos. El periodismo es un suburbio de las bellas artes. ¿Cómo explican estos trituradores del alma que el mejor narrador argentino de su generación fuera esencialmente un periodista?”. Dice Galeano ahí que ese tipo de obras, las que logran no quedarse anquilosadas en la estructura de lo dado con las que nos devuelven la fe, estando como está el camino tan lleno de pavorreales, impostores y mercachifles”.

Uno de los últimos gestos chicaneros, que nos permiten seguir insistiendo en que es posible forzar los límites de lo posible y desear cada día con algo más, fue el inmenso gesto de valentía, coraje y arrojo de los enormes Lola Solá y Acho Estol de meterse nada menos que con el gurú del roncanroll. Ese encantador de serpientes que nos vuela el cerebro con poesía, que nos enseñó que el compromiso musical no está en un estribillo de arenga sino en que la música nos contenga, el líder no partidario más importante que hoy tiene la Argentina: Carlos Solari, el Indio. Con él se metieron. Y lograron un tesoro. El de los inocentes, el que no se ve. Lo lograron desde el estudio, el arte, la profundidad, el conocimiento, la temeridad, la bravura y el amor. Y por eso les salió una perla perfecta. Por el amor. Porque, y que valga para todas estas horas de nuestras vidas: “Si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía. No vas a regatear”.

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