lunes, 28 de diciembre de 2015

Programa SF 189 - Guillermo Moreno - 26 de Diciembre de 2015

Editorial SF del 26 de diciembre de 2015 
por Mariana Moyano

Es ostensible que bastante de lo hecho tocó el hueso. O mejor dicho, y aunque las analogías anatómicas no sean particular e ideológicamente muy simpáticas, algo de lo realizado conmovió el corazón de los intereses que no deben ser conmovidos si se quiere que el monstruo descanse y no sea despertado. Pueden haber sido decisiones políticas que fueron al centro de lo que el capitalismo simbólico no quiere que cruja. O, quizás y también, al nudo de lo que capitalismo material necesita se mantenga incólume. Puede que nos lleve un rato entender exactamente cuál fue el núcleo que se tocó y puede que jamás se termine de saber con exactitud adónde se perforó. Pero es evidente que bastante de lo hecho tocó donde no había que tocar.
La virulencia lo muestra. La brutalidad. Esa ferocidad con que arrancaron los famosos 100 primeros días del nuevo gobierno –si es que sigue existiendo esa idea en el análisis de las ciencias políticas- hecha a fuerza de decretazos para meter con fórceps a dos jueces en la corte, la orden dada desde el poder político para que la Gendarmería metiera bala de goma sin negociación, la aparición de camiones hidrantes en los lugares más simbólicos de la queja pública, el forcejeo a fuerza de DNU de los requisitos de la Oficina Anticorrupción para que deje de ser necesario ser abogado para ocupar la titularidad de ese organismo, la denuncia penal contra el presidente de la AFSCA para sacarlo a como dé lugar del edificio que comanda, la policía, el vallado y la faja de clausura a una entidad que vela por la aplicación de una ley, la explicación ministerial de que una norma sancionada por el Congreso debe ser apaleada si al Presidente no le va en gracia, el levantamiento del aire de un programa de televisión que se animó a poner en tela de juicio tanto a los preceptos liberales como a las vacas sagradas del periodismo, el sonsonete bobo y el escrache berreta (en la mejor tradición de caza de brujas que se ha iniciado) a una periodista porque posee un teléfono de Apple para que ese humito tape la barbaridad de un presidente de vacaciones mientras se le inunda el litoral, la utilización de un error dolorosísimo para poner en tela de juicio nada menos que el Banco Nacional de Datos Genéticos, la denuncia penal contra –como alguien la llama- la tercer argentina más famosa en el mundo luego de Diego Maradona y el Papa, Hebe de Bonafini sólo para que se calle, el fenomenal traslado de riquezas vía devaluación y quita de retenciones a quienes si algo no necesitan es dinero, el mutismo peligroso frente a la aparición de un nieto (hijo con madre viva, para más) restituido o frente al avance de los carcamanes para que el Poder Judicial se detenga ante la connivencia civil en las atrocidades de lesa humanidad.
Algo, alguito, de lo hecho en los 12 años pasados lesionó al que no debe ni rozarse si el poder político no quiere que el poder real se lo almuerce de un bocado.
Quizás puede que parezca menor, pero estoy convencida que algo de lo que más molestó es que del temeroso susurro en micro-mundos, ciertos nombres, marcas y acciones hayan pasado a la cola de la carnicería. Decir en voz alta Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magnetto, poder económico, crímenes de civiles, Ledesma, Ford, Mercedes Benz, Papel Prensa, cerealeras, HSBC, JP Morgan y otros tantos que se han vuelto comentario de mesa de ocasión no es buen negocio para Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magnetto, el poder económico, los civiles que necesitan tapar sus civiles, Ledesma, Ford, Mercedes Benz, Papel Prensa, las cerealeras, el HSBC y el JP Morgan. Y no porque se me ocurra a mí, sino porque lo explicó con toda claridad Alfredo Yabrán cuando Mariano Grondona le preguntó “¿para usted qué es el poder?”, “Impunidad”, le respondió el empresario: “Para mí el poder es impunidad”.Y ese poder impune no viene ni solo ni dado. Se construye con invisibilidad, con anonimato y sin nada de lo propio expuesto.
Por eso, si se quiere combatir el desigual poder de los poderosos de verdad se pueden tomar decenas, cientos de medidas económicas, o sea, políticas. Pero la primera, la que más duele, la que más les duele es que se los señale, se los nombre, se les ponga cara y nombre y se les desempolve el pasado.
Julián Ercolini llegó como juez del fuero federal junto con Daniel Rafecas, Ariel Lijo y Guillermo Montenegro. Lijo hizo todos los deberes para convertir a Amado Boudou en el enemigo público número uno y Guillermo Montenegro dejó el Partido Judicial para hacer lo suyo desde el PRO. Ercolini es un magistrado lento para algunas causas y Speedy González para otras. Cajonea Papel Prensa pero adquiere una velocidad envidiable para aceptar una denuncia penal contra Martín Sabbatella y, de ese modo, habilitar la clausura del organismo que aplica la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Y Rafecas pareció quedar en la otra punta del péndulo cuando en lugar de hacerse el gil ligó, vinculó, puso en un mismo mosaico, delito económico y crimen de lesa humanidad. “Existen distintos elementos que determinan la conclusión de una clara inescindibilidad entre los hechos de privación ilegal de la libertad que tuvieran por víctimas a una serie de personas vinculadas con la firma Papel Prensa y la eventual comisión de ilícitos referidos con la transferencia presuntamente compulsiva de acciones de esa empresa que se encontraban en propiedad de la familia Graiver”, escribió en su sentencia del 7 de julio de 2010.
Ercolini tampoco necesitó ni 24 horas para sentenciar que no iba a tomarles declaración indagatoria a Herrera de Noble, Magnetto, Mitre, al abogado Juan Gainza Paz y al ex secretario de Desarrollo Industrial de la dictadura Raymundo Pío Podestá. El titular del juzgado 10 sostuvo que no había respaldo legal suficiente para sospechar que hubo irregularidades en la adquisición de la empresa Papel Prensa por parte de los diarios La Nación, Clarín y La Razón a la familia Graiver/ Papaleo.
Papel Prensa no es un caso más. Es un ícono del poderío del poder real que no debe tocarse y que se ubica incluso por encima del poder de los que eligen quién vive y quién muere durante una dictadura. Por eso, desempolvar es peligroso si uno no quiere ganarse enemigos de ese fuste. El relato -en una de las actas de la CAL que aparecieron junto con toda la documentación del edificio Cóndor- del entonces capitán de Navío Alberto D´Agostino, designado por decreto 2414/77 como representante del Estado (de aquel Estado de mano de hierro) en el directorio de Papel Prensa da cuenta de lo que aquí se cuenta. Según consta en ese acta, D´Agostino indicó: “A poco de iniciarse las gestiones, como es de conocimiento de Su Excelencia el señor ministro, se planteó la interpretación del alcance del punto 7 del decreto 2414, al decidir el suscripto con su conocimiento y aprobación asistir a las reuniones de Directorio. Ello motivó que se suspendiera la reunión de ese día para estudiar por ambas partes el problema. Con fecha 30 de agosto se realizó la misma y ante el mantenimiento por parte de los señores Ricardo Peralta Ramos, Bartolomé Mitre y contador Héctor Magnetto, de la posición de no permitirme el acceso a la misma, el suscripto levantó un acta ante escribano público dejando constancia de la situación. Atento a lo expuesto y acorde con las directivas recibidas al respecto, se trasladó este problema a ese Ministerio”. Que se entienda: en pleno 1977, cuando las detenciones seguidas de tortura y desaparición estaban en su pico más elevado; en medio del momento de mayor brutalidad criminal de la dictadura, los representantes de los tres diarios se dan el permiso de impedir al representante de la Junta Militar que participe de una reunión de directorio de una empresa de la cual el Estado es parte.
Al poder político que se mete con eso es al que hay que tutelar y llamar al orden. Dentro de las reglas que ponen los que ganan, no está permitido pasarse de listo.
Esas fuerzas ya se han no sólo reorganizado sino que tienen ahora legitimidad política para decidir desde la Rosada. A eso ni se lo enfrenta ni se le discute con política de salita verde o con denuncismo silvestre. Cabeza, cuerpo, organización y dirigentes a la altura necesita esta nueva etapa que ahora lidera una derecha que no es igual a la tradicional, sino que se sirve de disfraces, oenegeismos, colores y trampas diarias en las cuales puede caer hasta el más avezado.
Lo mío no es ni miedo, ni sobreestimación. Es prudencia, demanda de buenos diagnósticos, mirada amplia, llamado al estudio sesudo y el fin de cierta canchereada, minimización y encierro que lo único que trajo fue tragos de los más amargos.

Programa SF 188 - Jorge Ferraresi - 19 de Diciembre de 2015


Editorial SF del 19 de diciembre de 2015 
por Mariana Moyano

Puedo decir sin repetir y sin soplar todo lo que debería, lo que me haría ganarme los cariños y mimos y aplausos de quienes estén oyendo. Puedo –y algo de eso haré- hacer un listado contundente y noqueador de las barbaridades que han comenzado a hacer los bárbaros que se dicen la civilización.
Puedo decir que así como a los porteños les vendieron que “en todo estás vos”, en el actual gobierno nacional en todo están las corporaciones. Y ya no con gerentes de la política que les cumpla las órdenes, sino con sus propios pichones adherentes y formados por y para ellos, los ahora conocidos como CEO, una sigla que va entre cool y descriptiva de esta nueva derecha no aristocrática que es un toma todo de pragmatismo. Hoy los mega emporios integran el poder político y ya no con emisarios, sino con hombres y nombres propios. He ahí una gran novedad de estos tiempos que se abren.
Puedo subrayar que estamos entrando en la era de la impostura, del “como si”, de las apariencias, de la distracción, de una frivolidad nocivamente oenegeísta, donde la palabra militancia vira hacia voluntario con toda la maquinaria del sentido común a su favor.
Puedo acentuar que así como el kirchnerismo fue (es) un proceso que intentó romper con la lógica cultural hegemónica y que para ello corrió telones, nos mostró el backstage y nos señaló que había un revés en la trama porque politizó lo habitual, puedo ya afirmar que estamos ingresando a un período donde lo que se negará es, precisamente, la existencia de ese revés y hasta de la trama.
Puedo ya darme cuenta que se intenta borrar preguntas para que vuelva a construirse un muro entre cada uno de nosotros, la realidad política, las decisiones gubernamentales y el poder real. Para ello, nos invitan a jugar al gallito ciego pero sin que las manos puedan tantear nada.
Nombran dos jueces para la Corte Suprema de Justicia de la Nación por medio de un decretazo que violenta todo dejo de institucionalidad, pero luego hacen como si hubiesen dado marcha atrás con una resolución cuanto menos contradictoria (oxímoron, me gusta decir a mí) en la que dicen tomar del decreto 222 de Néstor Kirchner, pero en la cual insisten con la vigencia del decreto 83 de Mauricio Macri. O se pasa por el Senado o se nombra en comisión. Ambas medidas juntas son de imposible aplicación. Y confunden, dejan que la gilada respire tranquila y “siga siga” con la decisión inicial. Y entonces nadie se hace la pregunta que va al nudo del avasallamiento de los más mínimos cánones republicanos: ¿Cómo es que una decisión presidencial es anunciada por el portal, o sea la vocería, de la Corte Suprema de Justicia, o para decirlo mejor, del presidente del máximo Tribunal, Ricardo Lorenzetti?
Siderca –que es Techint- despide a 190 trabajadores de su sede de Campana bajo la excusa de que en los últimos 9 meses Tenaris (la dueña de Siderca, que es Techint) perdió 29 millones de dólares. El diario La Nación hace el favorcito argumentativo. “Techint cierra un año ‘difícil’ y reduce inversiones industriales” titulan para lotearnos y bloquearnos el coco. La gobernadora María Eugenia Vidal junto al jefe de Gabinete Marcos Peña anuncia lo que llama “reincorporación”. Pero nos corta dos escenas de la película:
- que el reingreso en realidad no sería tal, sino la contratación por parte de tercerizadas de estos trabajadores, con la consecuente pérdida de derechos, beneficios, antigüedad y vacaciones,
- y que si bien si bien Siderca (que es Tenaris, que es Techint) perdió en los últimos 9 meses 29 millones de dólares, viene de ganar 1141 millones de dólares en 2010, 1701 en 2012, 1574 en 2013 y 1181 en 2014. Es decir, 8352 millones de dólares frente a 29. Y esto sin mencionar que las medidas de anulación de retenciones a las exportaciones industriales más el 40% en la suba del precio del dólar llevan casi la letra T (de Techint) en la autoría intelectual. Y todo esto con una cereza de postre simbólicamente tan poderosa como la última trompada pre nocaut: el secretario de Empleo que deberá llevar adelante las negociaciones de este conflicto laboral se llama Miguel Punte y viene de ser gerente de Recursos Humanos de Techint. Confunden, ocultan, anuncian, la gilada respira tranquila (anestesiada) y “siga siga” con las medidas de despido tomadas inicialmente.
El ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay anuncia, con la complicidad de los que antes morían de ganas por preguntar, el fin del cepo y nos habilita a los 40 millones de argentinos a comprar a la mañana siguiente dos palitos verdes si nos viene en gana. Se siente tan cómodo en la exposición que hasta se hace un rato para cancherear y burlarse del ex secretario de Comercio Guillermo Moreno. “Fin del cepo: liberaron la compra y venta de dólares”, fue el tema del día y de tapa del diario Clarín. Un título hijo de aquel del 3 de julio “Liberaron a Ingrid Betancourt” y del de marzo de 1976 “Nuevo gobierno, total normalidad”. Claro, nadie con verdadero poder de propalación explica que la devaluación del peso y del salario es de cuanto menos un 27 por ciento. Confunden, ocultan, anuncian, la gilada respira tranquila (anestesiada) y siga siga con las medidas de ajuste que ahora se bautizan “sinceramiento”.
“El presidente Mauricio Macri eligió al abogado Mariano Federici para ocupar la titularidad de la Unidad de Información Financiera. El letrado trabaja actualmente para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y está vinculado al estudio de Juan Félix Marteau, a través de la Fundación Finint, uno de los principales litigantes contra la propia UIF. (…) Celeste Plee, la hija del fiscal Raúl Plee, irá al área de fiscalización. La joven abogada pertenece al estudio Marteau y en la actualidad defiende al banco Masventas SA, una de las principales sociedades denunciadas por la UIF. La otra elección de Macri para ocupar la vicepresidencia de la UIF es María Eugenia Talerico, una de las fundadoras de la ONG Será Justicia. Pero ese no es su principal mérito. Talerico es abogada del HSBC en casos de lavado. Según la ley 26.683, cualquiera de los funcionarios que vayan a ocupar un cargo en la UIF”, informó con una capacidad de síntesis asombrosa Sebastián Premici en Página 12. Y el periodista agrega que se trata de “una metáfora del zorro cuidando las gallinas”. Sin ánimo de polemizar con el colega y amigo, creo que hasta se quedó corto con la imagen. A mí se me presenta más como los bombardeos de la OTAN a los edificios de civiles en Siria. Mientras tanto, discutimos sobre si es bueno o no comprar dólares en efectivo y sin declarar. El debate de lavaditos con la entrega del Estado a los genios de las estrategias de lavadores. Confunden, ocultan, blablasean y la gilada ni ve. Y así, siga siga con la entrega.
Y ni que hablar sobre aquello de que “en todo estás vos”, porque ahora en todo está Clarín. Sus hombres están siendo repartidos en todas y cada uno de los estamentos administrativos del espinel estatal. El más escandaloso puede que sea el caso de Carlos Rozenkrantz, rector de la Universidad de San Andrés (de Clarín) y líder de un estudio de abogados entre cuyos clientes figuran Cablevisión (de Clarín), La Nación (diario socio de Clarín) y el grupo Clarín. A ello señalan como el hombre que ideó la adecuación del grupo presentada al AFSCA a través de la cual se dividían para no dividirse. Gatopardismo le dicen a eso en algunas esquinas. Pero aunque el más notorio, no es el único: Jorge Greco es el nuevo Secretario de Comunicaciones de la Nación. Viene de ser vocero de Horacio Rodríguez Larreta y de trabajar… en Clarín. Alejandro Cacetta fue designado al frente del INCAA; es la cabeza de la productora PatagoniK, que pertenece a… Clarín. Luis Blaquier irá “a cuidar” el ANSES, pero viene del directorio de… Clarín. Mientras, la causa nacional del 51% parece ser callar de una vez y para siempre a un programa de televisión y a los periodistas que en él trabajan que nunca ocultaron sus adhesiones, simpatías, cuestionamientos y dudas con el gobierno que se fue. Y así confunden, ocultan y la gilada respira tranquila porque piensa que vivirá mejor si 9 caras se quedan sin laburo.
Puedo seguir enumerando, pero debo detenerme. Porque el problema no está todo afuera. Puedo seguir señalando, pero debo preguntar y preguntarme cómo se hace para que una derrota electoral no se convierta en una derrota política. Y puedo y debo, porque tengo la obligación de proponer, pensar, acercar un diagnóstico de lo ocurrido. Estaba en eso cuando anoche me crucé con un texto del artista Daniel Santoro. No coincido en todo con el texto, pero el escrito me dolió en zonas que necesitaban ser puestas bajo la luz. Porque –y esto es muy personal pero necesito compartirlo- creo que más que ganar Cambiemos, perdió el Frente para la Victoria. No puedo sacarme de la cabeza la frase del intendente Jorge Ferraresi el mismísimo 27 de octubre cuando con una mesura envidiable, la de esos que leen lo que ocurre, me dijo: “nuestro problema van a ser 700 mil votos”. El FPV perdió por 678 mil. Así que si los zonzos quieren hacer de cuenta que no hubo decretazos, que no hubo ajuste, que no hubo devaluación y que las corporaciones coparon al Estado, pues que lo hagan. No cuenten conmigo para ser una gil.
Así que, a preguntar (nos). Sin desangrarse en público, pero con la madurez de quienes saben que hacer política no es armar un club de fans. Y que el texto de Santoro lastime. Y que duela para que con la calma que hace falta, se descarte lo accesorio y se arme el nudo de la reconstrucción, del repensarse para renovarse y, por qué no, volver.
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“¿Cómo se resuelve la tensión entre kirchnerismo y peronismo? ¿Cómo se distribuyen entre ambos espacios las inevitables facturas por la derrota? ¿Quién hará la lista de esos torvos reproches que circulan en las conversaciones entre compañeros?
Tiendo a pensar en una distribución equitativa de facturas y así resolver el embrollo con una autocrítica de bajo presupuesto. Pero igualmente las cuentas se acumulan en una entropía imparable, que no distingue militancia ni conducciones. Sospecho que hay un estado de asamblea explosivo y que se está produciendo un vórtice que no augura buenas perspectivas de unidad para el sistema kirchneroperonista.
¿Hay un kirchnerismo metabolizable en el peronismo y otro irreductible al mismo?
¿Sin la presencia dinámica del kirchnerismo que lo tracciona hacia una izquierda moderna, el peronismo termina siendo un simple partido neo-conservador?
¿Es autosuficiente el kirchenrismo para plantearse como una superación del peronismo? ¿Por qué entonces en los últimos días de campaña los compañeros se planteaban con desesperación encontrar formas de hablar directamente al corazón del “pueblo peronista”?
Temo imaginar a una parte de kirchnerismo cerrándose sobre sí mismo y plegando el proyecto en su interior, si esto se produjera me viene la imagen del PI (Partido intransigente), que actuó, al igual que otros partidos de izquierda, como un resto no asimilable en el interior del movimiento.
Es ese conocido progresismo alma bella que permanece a prudente distancia, lejos de las salpicaduras que produce el accionar político del justicialismo. Son restos éxtimos que se extinguen con el correr de las elecciones, quedando al final como pequeños partidos testimoniales de izquierda.
Creo que hay un sistema articulado entre peronismo y kirchnerismo, pero necesita una conducción territorial firme, presente y flexible. Una conducción que retome el viejo oficio de ocupar el centro del dispositivo. Para existir como tal necesitará poner en práctica una convivencia que sólo es posible si se controla cierto rigor “pulsional” expulsivo, que ha maltratado y ofendido a muchos compañeros a lo largo de estos años. En todo dispositivo conviven una diversidad de intereses que el arte de la conducción debería saber administrar.
Más allá del infortunio creo que hubo fallas evidentes en la conducción territorial. Que acabaron en una catastrófica interna en la provincia de Buenos Aires; justo donde había que ser cuidadosos e intervencionistas se dejó actuar a las fuerzas locas del mercadito electoral bonaerense.
Creo que no fue acertada esa consigna que proponía al “proyecto” como candidato, una imposible y aberrante propuesta que acabó construyendo un golem, que como no podría ser de otra manera, se volvió contra nosotros. Se ponderaba un “proyecto” con tan enormes e intangibles cualidades que humillaba a todo candidato que se propusiera asumirlo O ¿no será que alardeamos de un gran proyecto para poder justamente no tener candidato?
Creo que lo que llamamos “el proyecto” es lo que se pudo ir conformando, en una práctica heroica, difícil y muchas veces traumática, un poco a los tumbos (la política ferroviaria, por ejemplo). Es un proyecto que como tal está incompleto, es poroso, lleno de huecos y en permanente reformulación. Por otro lado, nunca estuvo a salvo de esa vieja y odiosa máxima que dice que “la política es el arte de lo posible”. Por lo tanto, todo forzamiento acababa por mostrar los límites del propio proyecto (la reforma de la justicia, por ejemplo). El “ir por todo” terminó lastimando la piel del proyecto y sabemos que el sangrado excita el olfato del adversario.
Para concluir ¿habrá llegado el momento de permitir, en serio, que florezcan mil flores? Ahora por fin fuera de los patios (almácigos) de la casa rosada. Será el momento en que cada militante saque el bastón de mariscal de su mochila, que pueda expresarse con una voz propia y que se plantee una nueva orgánica, abierta y horizontal, que haga sentir el nuevo aporte generacional, sin mudos verticalismos ni exclusiones. Creo que es esa la nueva amalgama histórica que espera el movimiento nacional”. Daniel Santoro, para Tiempo Argentino, 15-12-2015

lunes, 7 de diciembre de 2015

Programa SF 186 - Sergio Morresi - 5 de Diciembre de 2015


A la derecha. 
por Mariana Moyano
Editorial del 5 de diciembre de 2015.

“¿Cómo pudo pasar?” era la forma que muchos le daban al lamento. Se oyó el 23 de noviembre y los días subsiguientes. “¿Pero cómo es que pudo pasar esto?”. “Esto” era que el PRO, Cambiemos, Mauricio Macri se ungiera con la primera magistratura de la Argentina. “Esto”, que parece la formulación de una pregunta, no siempre lo era. Las más de las veces parecía –o al menos así me sonaba a mí- no tanto una interrogación sino una especie de “¿Por qué a mí?”.
Ni es desubicado, ni es un disparate. Es un lamento humano, una primera reacción frente a la sorpresa y el dolor. Pero al igual que las religiones y el psicoanálisis, la política también propone una labor que es ir más allá de la primera reacción visceral. Además de dar vuelta la pregunta y volverla un “¿por qué no a mí?”, es necesario desarmar la duda y volverla interpelación. Así el “¿cómo pudo pasar?” lamentoso y llorón abre la puerta a un más racional –y sano- “bueno, veamos cómo y cuáles fueron las diferentes razones por las cuales esto sucedió”.
Hubo –vi, olí, percibí, sentí, presencié- algo de esto, pero en la mayoría de las oportunidades a la pregunta le seguían o una responsabilización individual de la derrota del Frente para la Victoria, o una culpabilización directa de un hecho, o un desagramiento público, o una catarata de escupidas a todo lo que se tiene cerca, o un señalamiento único –y por ende ya hueco- a los medios de comunicación opositores y poderosos o todo esto junto pero en compartimentos estancos.
Con total franqueza, ese tipo de análisis no me gustan, no me interesan, no me enriquecen. Me dejan quieta –paralizada- en un lugar de comodidad cerebral, de pereza intelectual que me impide dar un paso hacia adelante. Me quedo, con eso, girando en falso, mordiéndome la cola. Por suerte, algo íntimo, interno, me hace huir de ese confort. Tengo el más absoluto y profundo convencimiento de que la reflexión nacida de la literalidad y de la primera persona del singular son las nuevas armas de destrucción masiva del cerebro. Huyamos de esos barrios, entonces.
Y vayamos a visitar lo que aparecía como pregunta pero venía demasiado vestido de lamento y volvámoslo interrogación: ¿cómo pudo pasar? Desarmemos la consulta y convirtámosla en cientos de ítems para hacer un recorrido analítico de la situación.
Propongo una primera hipótesis que me acompaña desde lejos: cuando la diferencia es mínima y se es oficialismo, no tanto gana el otro, como pierde uno. 678 mil y piquito fueron los votos de diferencia a favor de la fórmula amarilla. “El nudo de votos a conquistar va a estar en alrededor de 700mil” dijo para mi sorpresa el mismísimo lunes 26 de octubre un intendente del conurbano que patea su localidad desde que era chiquitito. No me pude sacar la cifra de la cabeza y cuando se confirmó fue un exocet que me dinamitó el bocho. Si se sabía, si algunos lo tenían tan claro ¿por qué otros no oyeron? ¿Qué mecanismo se obturó? Y tiendo a pensar que fue el mismo que se convirtió en regla en la ciudad de Buenos Aires: el no ponerse en serio a intentar conocer a eso nuevo pero viejo, difuso y al mismo tiempo tan evidentemente de derecha que es el PRO. Fiaca, pereza, soberbia, ingenuidad, estereotipación fijada pueden ser algunas de las razones del error. Pero desde las elecciones a jefe de gobierno porteño que me lo pregunto en voz baja y en voz alta con tristeza, rabia y dolor: ¿por qué el libro “Mundo PRO, anatomía de un partido fabricado para ganar”, un recorrido minucioso y lejano a todos los estereotipos y lugares comunes; un trabajo sesudo y minucioso que puso en evidencia los intersticios y modos de construcción de Macri & Co, no fue libro de cabecera, de lectura obligatoria, de todos quienes se embarcaban en la empresa de enfrentar en la política al reinado de las empresas? ¿Cómo fue que la política se entregó a lo conocido en lugar de ir a aprender y permitió que ganaran los gerentes?
El libro se publicó a comienzos de 2015. Hizo un recorrido en paralelo y más humilde que los grandes bestsellers escritos por pura coyuntura y con dichos de ocasión que dominan la escena de las presentaciones mediáticas. Sin embargo, estaba ahí, a disposición de todo aquel que se permitiese bajar de lo supuestamente conocido para internarse en un mundo que no es inascible a quienes tenemos una concepción más tradicional (y con toda franqueza creo que genuina) de la política; a quienes no nos resulta lo mismo una ONG y el voluntariado que los estamentos del Estado; a quienes sabemos que la definición de desinterés ideológico es la más tramposa de las formulaciones ideológicas de la derecha.
Carta Abierta, ese espacio de principios de 2008, en pleno conflicto por la 125, tuvo un gran mérito por aquellos tiempos: pudo con una palabra definir un problema nuevo. Hizo bien esa primera Carta en alejarse de conceptos ya asociados a lo otro conocido. En lugar de recurrir al rígido “golpista”, el grupo encontró la novedad: “destituyente”, dijeron. Y crearon oreja. Se hizo un silencio, se corrió el ruido y la palabra marcó la cancha.
Porque con esta derecha escurridiza, que no tiene pudor en decirse “progresista en los hechos” pasándose por el traste cada año de densidad histórica de los términos más caros a las tradiciones, no se enfrentaba –no se la enfrenta- con lo endurecido que a veces hasta callosidades tiene. Se le hace partido desde el rigor, la inflexibilidad, la exactitud y la rigurosidad pero sin nada anquilosado, sin nada a lo que sea imposible sacarle el olor a humedad. Es con el pasado a cuestas, todo enterito, pero pensado desde hoy.
Me pasa a menudo desde que soy jovencita. Como no soy creyente, no tengo biblia a la que recurrir para calmar el espíritu, así que busco sus libros o cuando vivía lo buscaba a él. Lo busco a Nicolás Casullo. Y le pregunto. Estos días hice eso y, como siempre, me contestó. Lo hizo desde el capítulo dedicado a “las nuevas derechas” de su magnífico “Las cuestiones”. Allí en “Las Derechas”, el magnífico profe nos explica: “El mercado global massmediático va instalando la idea de que su lógica no contiene derechas ni izquierdas, ni contenido sustancial. Es sólo una cuadrícula de oferta, donde los casilleros formalizan oferta y demanda de manera intercambiable como los denominadores comunes dinero, inversión, bono crédito. La política devino una equivalencia administrativa, un juego de alternancias inocuas, una institucionalidad de gestión carente de historia social”.
En 2007 lo escribió. Y en 2015 ya se sabe que los Alfonso Prat Gay, que le cuenta por teléfono al Secretario del Tesoro de los Estados Unidos antes de asumir y antes que a los millones de argentinos, qué hará con la Economía; que a cargo de todos los canales de Educ.ar (Paka Paka, Encuentro, DeporTV, y demás) quedará un cancherísimo joven analista de mercado llamado Guillermo Fretes que viene del mundo de Mobile y de Despegar.com; que quieren de prepo meter en la AFSCA a Miguel De Godoy, el encargado de la pauta en la ciudad, que está imputado por las facturas truchas de Fernando Niembro; que YPF es para uno de Shell, Aerolíneas para una de General Motors, que Agricultura se lo queda CRA y así… Que el que está tan preocupado por el lugar de entrega de los atributos de mando no fue a recibir su diploma de jefe de Gobierno electo porque se le hacía tarde para llegar a la fiesta de Gente, y que un Braun (de los Braun Menéndez y los Menéndez Behety) nos va a regir el Comercio y que el que descuartizó el Instituto de la Vivienda de CABA va a quedar a cargo de ANSES (lo que es lo mismo que decir jubilaciones, aumentos, AUH y PRoCrear) y que mientras se preparan para asumir en la Nación en una sesión de más de 90 proyectos (que a nadie le pareció escandalosa esta vez) le recortaron al hospital Garrahan un 20% de su presupuesto, 348 millones de pesos… porque hasta con los pibes con cáncer se pueden meter sin que pareciera que pasa algo.
Así son estas nuevas derechas que no se asumen que lo son. “¡Cómo van a decir que somos de derecha si somos democráticos”, les aulló un dirigente PRO a Gabriel Vommaro.
Sumemos que no hubo un solo gesto público de satisfacción sobre la aparición del nieto 119 y el reencuentro nada menos que con su madre; el cerebro de las relaciones internacionales de PRO, Diego Guelar, fue embajador de Carlos Menem y anda por ahí hablando del perdón y la necesidad de amnistía; el Presidente electo les dijo “curro” a los Derechos Humanos y el diario LA Nación se envalentonó para pedir el fin de los juicios a horitas no más de conocido el triunfo de Macri.
Eso nos va a gobernar desde esta semana. Esa derecha, la que une posmodernidad, cinismo, radicales, peronistas, dinosaurios, voluntarios, globos, colores, marketing, distracción, espectáculo, frivolidad. La que deja linda la vereda mientras en la piecita del fondo remata la casa completa.
Discutirla sólo desde lo conocido, nos hará atrasar. Se la enfrenta conociendo cómo es ese monstruo de varias cabezas que llega al gobierno con legitimidad, de modo democrático, sin la más mínima discusión sobre su legalidad y con la mitad más uno a su favor. Nos toca un cambio de rol, pero también de perspectiva y de abordaje.